La presencia policial fue reforzada tras la muerte el sábado de cuatro uniformados que viajaban a bordo de un helicóptero que daba apoyo a una redada contra grupos de narcotraficantes.

Algunos vecinos de la favela indicaron a Efe que las siete personas murieron en un enfrentamiento con la Policía, pero familiares de las víctimas precisaron que se trató de una “ejecución” por parte de agentes.

El padre de una de las víctimas relató que los propios habitantes de la favela encontraron a las víctimas tumbadas en el suelo, con las manos próximas a la cabeza, lo que, a su juicio, demuestra que fueron “ejecutadas”.

Los siete cadáveres fueron colocados uno al lado del otro en una plaza de esta barriada pobre situada al oeste de Río de Janeiro y cubiertos con mantas por los propios vecinos, según pudo constatar Efe.

Familiares y amigos de las víctimas velaron los cuerpos en una especie de morgue improvisada, entre la desolación y la perplejidad.

Desde el domingo la Policía controla los principales accesos a la favela, que el sábado ya registró intensos tiroteos entre agentes y criminales.

Ante la escalada de la violencia, el Gobierno brasileño puso hoy a disposición de las autoridades locales a la Fuerza Nacional, integrada por miembros especiales de las diferentes policías, para reforzar la seguridad en la zona.

El presidente brasileño, Michel Temer, reiteró su “confianza” en el trabajo de la Policía y lamentó la muerte de los cuatro agentes que viajaban en el helicóptero que se estrelló el sábado en un área próxima a la favela, por razones que todavía se investigan.

Las autoridades no descartan que el helicóptero haya sido abatido por criminales que actúan en la zona, aunque también contemplan la hipótesis de una falla mecánica.

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