“Sabemos que hay una niña con vida al interior (de la escuela destruida), lo que no sabemos es cómo llegar a ella (…) sin riesgo de colapso y sin que no se arriesgue al personal” de rescate, dijo a la cadena Televisa el almirante José Luis Vergara, quien coordina el rescate.

La esperanza de un milagro se desvanecía. Horas antes rescatistas aseguraban bajo anonimato que habían visto a cinco menores con vida, otros señalaban que con escaners térmicos habían detectado al menos tres cuerpos con vida.

Pero Vergara prefiere no dar esperanza. Se ha conseguido hablar brevemente con la menor, le han pasado agua y oxígeno. “Estoy muy cansada”, dijo la niña, según el militar.

Su nombre es un misterio. No fue posible escucharlo con claridad. Horas antes, en los medios se decía que la pequeña se llama Frida Sofía, pero no ha sido posible confirmarlo ni se ha ubicado a familiares de un menor que responda a ese nombre.

Operación quirúrgica

La remoción de escombros era quirúrgica. Se medían cuidadosamente los polines metálicos que eran colocados para sostener la construcción, que de dos pisos quedó reducida a uno, constató un periodista de la AFP.

El artículo continúa abajo

A cada momento los rescatistas alzaban los puños, señal para pedir silencio que se ha generalizado en los derrumbes en Ciudad de México. Se afinaba el oido para escuchar algún signo de vida o comunicarse con rescatistas que se sumergían en los escombros.

El silencio se prolongaba hasta por media hora. Los socorristas permanecían atentos, inmóviles, expectantes, algunos susurrando entre ellos.

“Estamos trabajando junto con cámaras térmicas y unidades caninas. Por momentos guardamos silencio absoluto para escuchar a los sobrevivientes. Ellos suelen gritar o golpear paredes”, dijo a la AFP Pamela Díaz, una panadera de 34 años que desde el martes trabaja en el rescate.

Entre los socorristas destacaba un hombre menudo, un civil al que la prensa mexicana ha bautizado como “Jorge Houston” por su nombre y la franela azul en la que está estampada el nombre de esa ciudad estadounidense.

Por su tamaño es el que más se ha aventurado en los escombros. Siempre se persigna antes de lanzarse a la llamada “línea de vida” que han abierto en el amasijo de fierros y concreto. Ha conseguido hacerle llegar agua y oxígeno a la niña.

Profundo dolor

En el sitio que se ha convertido en el epicentro de la tragedia ha estado Adriana Fargo, madre de una niña de siete años y que teme esté entre los escombros.

“No hay poder humano que pueda imaginar el dolor que estoy pasando”, dijo a la AFP Fargo en un albergue improvisado a la intemperie.

No alcanza a pronunciar el nombre de su hija cuando se le preguntó por quién espera y solo logra apretar los labios para contener el llanto.

Mientras, su esposo trabajaba hombro a hombro con los soldados, bomberos y socorristas que removían cuidadosamente los escombros en busca de señales de vida de los pequeños.

Una maestra de la escuela privada, que no se ha despegado del sitio, también acaparaba la atención: dibujaba un croquis del lugar y las características del ambiente donde permanece atrapada la menor.

Mientras esperan un milagro, los vecinos se acercan para conseguir más información del operativo de rescate por parte de las autoridades.

“Vi cuando avisaron a uno de los padres… fue devastador”, dijo entre sollozos a la AFP Flor González, una dentista de 42 años que asiste como voluntaria.

Hasta ahora, 11 niños y al menos una maestra fueron sacados con vida de los escombros.

La tarde del martes, el centro de México fue sacudido por un terremoto de 7,1 grados, justo el día que se cumplió el 32° aniversario del devastador terremoto de 1985. Hasta el momento, el sismo deja 233 fallecidos.

AFP.