El supuesto empleado (o sea, Trump) se hacía llamar John Barron, y en una conversación telefónica -también revelada ahora por el periodista- decía que la fortuna del magnate inmobiliario era mucho mayor a la que decía Forbes, y que por eso debía estar en una posición superior de la prestigiosa lista.

La denuncia de Greenberg, publicada por The Washington Post, es sumamente delicada, ya que en ella asegura que Trump ha construido su carrera, su fama y su influencia a base de mentiras sobre su fortuna que, según dice el periodista, siempre ha sido mucho menor de lo que afirma.

Greenberg escribió en el ‘Post’:

“Llevó décadas devanar la elaborada farsa de Trump para proyectar una imagen como una de las personas más ricas de Estados Unidos. Casi todas las declaraciones que apoyaban esa afirmación eran falsas. Trump no solo era más pobre de lo que decía. Con el tiempo, he descubierto que no debió estar en ninguna de las 3 primeras listas Forbes 400”.

Luego recuerda que en la primera edición de la lista, publicada en 1982, fue incluido Trump, y se informaba que era dueño de una fortuna de 100 millones de dólares. Sin embargo, en realidad el actual presidente tenía 5 millones de dólares en aquella época. Así lo demostraron cifras oficiales posteriores.

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Las grabaciones telefónicas recién reveladas indican que Trump, haciéndose pasar por John Barron, explicó que el magnate controlaba casi la totalidad del negocio familiar, y aseguró que gracias al primer de sus casinos en Atlantic City -que terminaron en fracaso, entiéndase bancarrota- obtendría ganancias de 50 millones de dólares. El propio presidente, en algunas entrevistas ha admitido que usó el nombre de John Barron (y el de John Miller) para hablar con periodistas, dice El País.

La falsedad del también falso Barron llevaron a que la revista tuviera errores a la hora de calcular la fortuna de Trump, y en ese año 1984 estimó su capital en 400 millones de dólares (el doble que el año anterior), 200 millones más que su padre, Fred Trump.

En palabras simples, según la historia de Greenberg, el prestigio de Trump se ha basado en mentiras, y nunca ha sido tan rico como lo ha afirmado. Eso explicaría por qué no ha revelado su declaración de renta, tal y como suelen hacer los presidentes de Estados Unidos al asumir el poder.

Lo peor del asunto es que con ese prestigio de administrador hizo toda su campaña presidencial y ahora es el mandatario de la nación más poderosa del mundo. Y eso sí no es mentira.