La cadena Starwood Hotels and Resorts, fusionada con Marriott International, abrió el año pasado el primer hotel en suelo cubano administrado por una empresa estadounidense en más de 60 años, aprovechando el deshielo que impulsó Barack Obama en 2014 y que lo llevó a ser el primer presidente de la superpotencia en visitar la isla socialista en más de 6 décadas, informa The Washington Post.

Por sus competencias como presidente, Trump tiene la capacidad de echar atrás las medidas que propuso Obama para mejorar las relaciones entre los dos países, como permitir inversiones del sector privado en Cuba. En efecto, esta tarde el actual presidente anunció que va a reactivar el veto turístico y mantendrá el embargo comercial contra la isla.

Además, como ya se había anticipado, prohibirá transacciones entre negocios estadounidenses y las fuerzas armadas de Cuba, que controlan gran parte de la industria hotelera en el país, la misma que se vio muy beneficiada con la apertura de Obama, pero que representa una competencia para Trump, dueño de un emporio de hoteles ubicados en todo el mundo.

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La medida de bloqueo de Estados Unidos contra Cuba es una manera de ‘reprender’ a un país que, según los norteamericanos, tiene una grave crisis de Derechos Humanos. Tal señalamiento lo han mantenido a lo largo de las décadas los presidentes estadounidenses, Trump incluido. Ese detalle, según una breve nota de opinión publicada en The New York Times, deja en evidencia la “hipocresía” del mandatario a la hora de sancionar a Cuba, ya que por un lado sanciona un régimen dictatorial como el de los Castro, pero abraza a otros líderes no menos tiranos como Rodrigo Duterte, de Filipinas; Abdel Fattah el-Sisi, de Egipto; y Vladimir Putin, de Rusia.

Por otro lado, el reversazo de Trump con Cuba, más que un beneficio para Estados Unidos, representa un verdadero problema para los intereses comerciales de las compañías norteamericanas en la isla, y es poco probable que con eso se impulse un cambio de gobierno en Cuba, dijo The New York Times en un editorial hace un par de semanas. Además, ya está demostrado que ese tipo de presiones con el gobierno cubano no funcionan.

Trump se desplazó hasta Miami (bastión del anticastrismo y ciudad en la que el mandatario tiene amplio apoyo) para dar a conocer la nueva política que Estados Unidos tendrá hacia Cuba. En su intervención, el presidente dijo que prohibirá el comercio con la isla hasta que todos los prisioneros políticos estén libres, y aseguró que el trato impulsado por Obama “enriquece” al régimen cubano. Por eso, les prometió a sus compatriotas un mejor acuerdo.

Tanta simpatía que Trump despertó al hacer los anuncios de las nuevas medidas contra la isla hacen pensar que más que tomar una postura política seria contra el gobierno cubano, lo que está haciendo es llamar la atención e intentar mejorar su imagen, ya que sus índices de popularidad (64 % de desaprobación, según una encuesta recién publicada, indica The Hill) están en crisis en medio de la enorme polémica por la posible obstrucción a la justicia que el propio mandatario habría impulsado para evitar una investigación sobre los presuntos vínculos de funcionarios rusos con su campaña presidencial.

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