En el tribunal, el hombre dijo que, en medio de la noche, se levantó de la cama frustrado porque su pequeña hija, Daisy-Mae, lloraba mucho y no se dormía, por lo que la lanzó contra un sofá, informa Mirror.

En el mueble había varios objetos contundentes, que fueron los que finalmente le ocasionaron fracturas en el cráneo y la muerte cerebral, en la que estuvo durante tres días hasta que la familia decidió desconectarla de las máquinas que la mantenían con vida.

Ashlee Cox, la madre de la bebé, dijo que escuchó a su esposo mientras intentaba calmar a la pequeña, y que pensó que lo había logrado cuando ella dejó de llorar. Sin embargo, pocos momentos después, el hombre entró a la habitación con la niña en sus brazos.

En ese momento, Cox vio que Daisy-Mae tenía los labios azules, por lo que llamó inmediatamente a los servicios de emergencia, cuyos miembros intentaron reanimar a la niña, que estaba en medio de un paro cardíaco. Esto sucedió antes de llegar al hospital, donde fue diagnosticada con daños irreversibles a nivel cerebral, añade Diário de Notícias.

A los paramédicos, Burrill les dijo que la niña se había quedado quieta de un momento a otro, pero en el tribunal se concluyó que los maltratos que causaron la muerte de la bebé fueron hechos conscientemente.

Según la madre de la pequeña, el hombre estaba alterado en la noche del homicidio porque había fumado marihuana. De igual manera, esta no era la primera vez que la niña sufría maltratos: ya tenía costillas fracturadas y lesiones en las piernas.

John Burrill es acusado de homicidio, pero él solo admite que el crimen fue involuntario.

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