La razón es sencilla: la ley estadounidense solo considera como terrorismo las acciones ejecutadas que tengan relación con organizaciones extranjeras que hayan sido etiquetadas como tal por el gobierno del país, explica The Huffington Post.

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En Estados Unidos no hay una ley federal que castigue el “terrorismo doméstico”, esto es, actos inspirados por organizaciones extremistas nacionales. A pesar de eso, hay penas para actos que tengan fines terroristas, como secuestrar aviones o asesinar funcionarios, pero una balacera masiva, como la de Las Vegas, no clasifica en ese grupo.

Eso implica que Stephen Paddock, el autor del ataque, sorprendentemente, no habría sido acusado de ese delito, así hubiera quedado vivo. Igual pasó con el ataque con arma de fuego en un campo de béisbol en el que había miembros del Partido Republicano, en junio, y con el choque con vehículo ocasionado por un supremacista blanco en Virginia, que acabó con la vida de una mujer, en agosto pasado.

El ‘Post’ asegura que, a menos que las autoridades demostraran que el ataque de Paddock tenía como blanco un grupo racial específico (lo cual es poco probable, ya que disparó contra una multitud variopinta), el autor de la masacre no habría tenido que afrontar cargos federales, en caso de haber sido capturado con vida.

Los cuestionamientos sobre el estatus de la masacre iniciaron poco después de conocerse la noticia, y se profundizaron más cuando el presidente Donald Trump se refirió a la tragedia como “acto de maldad”, evitando ponerle el adjetivo de “terrorista”, como recuerda The New York Times.

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