La pequeña Elsie Movarek, de 4 años, nació con una pierna más corta que la otra y con una notable deformidad, informa el Daily Mail. Dicha condición fue diagnosticada y se plantearon 3 opciones.

La primera era la amputación de la extremidad, la segunda, una prótesis para equiparar el largo de la pierna normal y, la tercera, romper la pierna de la niña 300 veces durante cuatro meses, o 3 veces al día.

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Esta singular y dolorosísima terapia para la niña pretende que la tibia y el fémur estén siempre separados para que la pierna tenga un crecimiento más acelerado de lo normal, aprovechando que la niña está en etapa de desarrollo.

Para ello, ajustaron un aparato exógeno con clavos insertados en los dos huesos que mantiene una presión constante, similar a lo que sucede con los frenillos de los dientes.

La ruptura, un procedimiento que debe realizar la madre, consiste en apretar los tornillos del aparato para ejercer mayor presión y de esa forma no dejar que se una la tibia y el fémur.

La pierna enferma ya está de la misma longitud de la sana, pero el tratamiento deberá retomarse en unos años, cuando la niña haya terminado de crecer.

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