Al presidente venezolano le están cobrando una frase pronunciada en enero de 2015 durante un acto público. En esa ocasión, Maduro mencionó la única posibilidad que él consideraría para liberar al opositor Leopoldo López.

Hoy, dos años y dos semanas después, las condiciones que impuso, que se consideraban impensables, se cumplieron y su palabra quedó empeñada, según recuerda El Nacional, de Caracas.

La única forma que yo usaría las facultades presidenciales que tengo es para montarlo en un avión que vaya a los EE. UU., lo deje allá y me entreguen a Óscar López Rivera, pelo a pelo, hombre a hombre. Es la única forma, entreguen a Óscar López Rivera. Es la única forma que pasaría por mi mente la utilización de las facultades presidenciales para soltar al monstruo de ramo verde”,

dijo Maduro en esa oportunidad.

Luego del anuncio, Maduro se olvidó también de su enemistad con Obama y le agradeció el indulto concedido.

Ahora, que Obama indultó al activista puertorriqueño, la oposición venezolana le reclama a Maduro que cumpla la parte que le corresponde.

Otros dudan de que Maduro cumpla su compromiso:

Oscar López Rivera, que este martes recibió el perdón del presidente estadounidense, Barack Obama, saldrá de la cárcel después de 35 años por conspiración sediciosa para derrocar al Gobierno de EE.UU., un cargo que logró que los puertorriqueños le consideran mayoritariamente un luchador por la independencia.

López fue condenado en 1981 a 55 años de cárcel por conspiración sediciosa para derrocar al Gobierno de EE.UU. en la isla, y en 1988 fue sentenciado a otros 15 años de prisión por un intento de fuga.

Obama, concedió el perdón al independentista puertorriqueño y conmutó su condena a prisión, que expirará el próximo 17 de mayo, informó una fuente de la Casa Blanca.

El pasado 6 de enero, López Rivera ya había cumplido 74 años de edad, fecha aprovechada en la isla para promover en Washington la liberación de quien a los ojos de muchos puertorriqueños fue un “preso político” y, para solo unos pocos, un “terrorista”.

Esa imagen de un hombre que se acercaba a los últimos años de su vida alejado de una tierra a la que ha dedicado desde la cárcel entrañables escritos sirvió para que los puertorriqueños de la isla y la diáspora en Estados Unidos miraran a la Casa Blanca en busca de clemencia antes de que Obama dejara el cargo.

La semana pasada, unas 200 personas hicieron en Washington el último llamamiento de clemencia en favor de López y llevaron físicamente a la Casa Blanca las cajas con 105.000 firmas recogidas, que se suman a otras 108.000 registradas en la página web “We The People”.

En su juventud, López Rivera perteneció al Ejército de Estados Unidos, país al que sirvió en la Guerra de Vietnam, donde fue condecorado con la Estrella de Bronce, hecho siempre recordado por quienes durante años pidieron su libertad.

Probablemente, aquella guerra marcó la mentalidad de López, quien siempre recordó, ya en la cárcel, que nada tenía que ver con aquella contienda del sudeste asiático.

A pesar de no haber cometido delito de sangre, López Rivera fue sentenciado en 1981 a 55 años de cárcel y en 1991 a otros 15 años de prisión más por un intento de fuga, lo que le ha convertido durante más de tres décadas en un símbolo del independentismo puertorriqueño.

López Rivera, Oscar sin acento en el español puertorriqueño, fue detenido en 1981 y acusado de los cargos de conspiración sediciosa contra Washington, uso de la fuerza en robo, transporte de armas de y explosivos con la intención de destruir propiedad gubernamental.

El más famoso de los presos puertorriqueños había pasado en 1976 a la clandestinidad para formar parte de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), una formación que cometió en la década de los años 70 actos de sabotaje para favorecer la independencia, en especial en el área de Chicago.

Al FALN se le atribuyen cuatro muertes y ataques con explosivos, cargos que nunca salpicaron a López Rivera, que no se libró de una cárcel de la que estuvo a punto de salir en 1999 cuando el entonces presidente de EE.UU., Bill Clinton, dio un indulto a varios miembros del grupo armado.

López Rivera, a quien siempre se le ha atribuido una gran humanidad, supeditó su liberación a la de otros de sus compañeros y como gesto rechazó quedar en libertad, lo que le ha valido permanecer desde entonces en centros penitenciarios de Estados Unidos.

Cuando Clinton conmutó las condenas de once de sus compañeros, también le ofreció el indulto a López Rivera, pero él se negó a aceptarlo si no se ampliaba a todos los acusados.

La imagen de fragilidad de este hombre nacido en San Sebastián, un municipio del interior de la isla caribeña en 1943, hizo mella también dentro de Estados Unidos, donde “Revolution” (“Nuestra Revolución”), movimiento dirigido por el político estadounidense Bernie Sanders, divulgó este mes un vídeo pidiéndole a Obama un indulto por clemencia para el preso puertorriqueño.

La liberación de López Rivera ha sido pedida por diez ganadores del Premio Nobel de la Paz, incluido el expresidente estadounidense Jimmy Carter.

La hija del preso, Clarisa López Ramos, recordaba recientemente la figura de su padre y, citándolo, cómo “para los que luchan, la victoria será su recompensa”.

Atrás queda la condena por formar parte de una organización para derrocar al Gobierno estadounidense que le ha llevado durante más de tres décadas de cárcel en cárcel y que dará paso a unos últimos años de su vida en la isla de la que nunca quiso salir.

“Yo solamente quiero ser puertorriqueño”, son unas de las frases más emblemáticas de López Rivera, quien nunca se sintió identificado con Estados Unidos, el país al que Puerto Rico está ligado como un Estado Libre Asociado.

En la actualidad López Rivera se encuentra en la prisión de Terre Haute, en el estado de Indiana, donde lleva encarcelado desde 1998, después de haber pasado por otras prisiones estadounidenses.

Con EFE

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