En la misiva, remitida al “primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y presidente de la República de Cuba”, Raúl Castro, Kim dice sentirse triste al conocer “la triste noticia” del fallecimiento el 25 de noviembre del exmandatario caribeño.

El joven líder norcoreano presenta sus respetos “al Gobierno y al pueblo cubano y a la familia del fallecido”, de quien afirma que “fue un destacado activista político” que realizó una “contribución sobresaliente” al socialismo.

Aunque el camarada Castro haya fallecido, los nobles logros que ha legado brillarán en los corazones de nuestros dos pueblos y en los corazones de todas las personas progresistas”, prosigue el texto.

El líder del régimen Juche, erigido en los años cuarenta con apoyo soviético como un Gobierno comunista en la mitad norte de la península coreana, alaba la dedicación de Castro a “fortalecer y desarrollar las relaciones amistosas” entre los dos países “durante más de medio siglo”.

Pese al distanciamiento ideológico que se dio entre Pyongyang y La Habana al compás de la desestalinización de la Unión Soviética que emprendió Nikita Jruschov -y que llevó al régimen norcoreano a apostar por una vía más militarista centrada en el culto extremo a los líderes-, ambos países han mantenido las buenas relaciones.

Fidel Castro visitó una vez Corea del Norte en 1986, en lo que supuso la primera y única ocasión en que se reunió con el fundador del país, Kim Il-sung, y su hijo y sucesor, Kim Jong-il, abuelo y padre del actual líder norcoreano.

El texto firmado por Kim Jong-un, tercer líder del considerado como único régimen comunista hereditario del mundo, concluye congratulándose de que Cuba quede, “por voluntad de Fidel Castro Ruz, bajo el sensato liderazgo del camarada Raúl Castro Ruz”.

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