La historia cuenta que Jackie Brucia, directora en un concesionario de carros, necesitaba un riñón y su empleada, Debbie Stevens, le ofreció uno de los suyos. Dado que un donante que estaba ‘casi fijo’ pero al final no se pudo concretar la cirugía, Brucia aceptó la oferta de su subalterna, informó el New York Post.

Al realizar los exámenes de rigor previos a la cirugía, los cuales reflejan la compatibilidad del donante con el receptor, se descubrió que no eran compatibles.

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Sin embargo, los médicos aceptaron la donación de Stevens porque eso movía a su jefa dentro de la lista de espera para recibir el órgano donado, lo que finalmente sucedió.

Pero la historia tuvo un cambio súbito cambio cuando presuntamente Brucia llamó a Stevens a su casa, quien se encontraba convaleciente, y la acusó de haber dejado tirado el trabajo, por lo cual le canceló el contrato, dice Zona Cero.

Ahora, Deborah Stevens acaba de demandar a su empleador por discriminación, pues según ella se le violó el derecho a recuperarse en su salud, como lo dicta el ‘acta de estadounidenses con discapacidad’, señala el New York Daily News.

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