Las llamas siguen su infernal avance en la región de Fort McMurray, en el oeste de Canadá, tras devastar miles de hectáreas, mientras se busca evacuar a habitantes rezagados y proteger infraestructuras sensibles.

Esto sigue siendo un incendio fuera de control, enorme y peligroso”, dijo Ralph Goodale, ministro canadiense de Seguridad Pública.

Las autoridades dijeron que el incendio duplicó su tamaño este sábado y advirtieron que la situación en la región bituminosa de Alberta era “impredecible y peligrosa”.

Las condiciones en el frente siguen siendo extremas por la escasa humedad, las elevadas temperaturas y los vientos”, indicó la célula de crisis del gobierno de Alberta.

El termómetro permanecía este sábado cerca de los 30°C y los vientos llegaban a los 40 km/h, lo que atizaba las llamas en los bosques y matorrales de la región, afectados por más de dos meses de sequía.

Buscando rezagados

Los agentes policiales van de puerta en puerta en busca de vecinos atrapados o que no han acatado la orden de evacuación obligatoria impartida en la medianoche del martes, dijo el inspector de la Real Policía Montada canadiense Kevin Kunetzki.

“No son muchas pero aún hay” personas que permanecen en el área, dijo el oficial.

La policía halló a una familia de cinco integrantes en la tarde del viernes y a otra persona sola que no habían podido hasta entonces evacuar la ciudad, habitada por 100.000 personas pero convertida en un pueblo fantasma.

Al alba, los convoyes para evacuar a miles de personas atrapadas a unos kilómetros al norte de Fort McMurray reanudaron la marcha en condiciones muy difíciles en medio de espesas nubes de humo.

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La Policía reabrió la autopista 63 en dirección al sur a fin de proseguir la gigantesca operación de evacuación de esas personas bloqueadas en bases de compañías petroleras donde se habían refugiado a principios de la semana, cuando la ruta del norte era la única salida posible.

A pesar de que 2.400 vehículos pudieron atravesar Fort McMurray para llegar a Edmonton, la capital provincial, a 400 km, el fuego seguía cortando la autopista.

Los policías, con máscaras en el rostro, formaron convoyes de solo 25 vehículos –la mitad que la víspera– hasta tanto los riesgos para los automovilistas sigan siendo altos.

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A lo largo de la ruta centenares de vehículos están abandonados, por falta de gasolina o averías. Sus ocupantes huyeron a principios de la semana hacia Edmonton o Calgary tras el avance del fuego en los barrios de la periferia de Fort McMurray.

Según la primera ministra de la provincia, Rachel Notley, el centro de la ciudad no sufrió los embates del fuego.

Con el agravamiento de la situación, la compañía Syncrude decidió el sábado cerrar su sitio de explotación de arenas bituminosas a 50km al norte de Fort McMurray a causa del humo, aunque “sin peligro inminente de incendio”. Otras compañías petroleras han hecho lo mismo estos últimos días.

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Aviones de carga C130 del Ejército fueron enviados para evacuar a un poco más de 4.000 empleados, un puente aéreo previsto para dos días, según Syncrude.

En una provincia ya de por sí afectada desde hace dos años por la caída del precio del crudo, esta nueva detención reducirá un poco más la producción. El experto petrolero Matt Smith, de la empresa de datos ClipperData, estimó el viernes en “un millón de barriles diarios el volumen de producción retirado del mercado”.

“Dígannos dónde están y quiénes son”, repitió una vez más la primera ministra Rachel Notley a los alrededor de 100.000 evacuados para poder hacerles llegar rápidamente la ayuda del gobierno y evaluar las necesidades a largo plazo.

Es que para los habitantes de Fort McMurray el retorno a una vida normal en su ciudad no parece previsible a corto plazo.

AFP