Eso debido a que la voluntad del magnate sueco es dejarle la mayoría de su dinero a la Stichting Ingka Foundation, una organización con sede en Holanda que estimula la innovación y el diseño, y que fue fundada por el propio Kamprad en los años 80. La mayoría de las tiendas de Ikea pertenecen a esa organización, informa Bloomberg.

Puede parecer extraño que ninguno de los 4 hijos que Kamprad tuvo en sus dos matrimonios haga parte de esa fundación. De hecho, tienen totalmente prohibido hacer parte de la junta gestora de la organización, dice ABC.

Pero eso no significa que los hijos de Kamprad vivan mal o que no tengan suficientes ingresos para darse una vida digna. Según el citado Bloomberg, tendrán el manejo de una fortuna menor, producto del Ikano Group, que engloba negocios financieros, inmobiliarios y de otras naturalezas, y que para 2012 tenía activos por 10 mil millones de dólares.

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El gesto del magnate puede resultarles positivo a muchos, pero a otros no tanto. Lo que sí hace recordar es la fama de tacaño del magnate, que fundó su empresa con los ahorros de su padre en los años 40, y que con el pasar de las décadas se convirtió en una de las tiendas más reconocidas, especialmente en Europa.

La fama de tacaño no estaba mal ganada, ya que a pesar de tener muchas posibilidades económicas, acostumbraba a viajar en la clase económica de los aviones y casi no cambia su viejo carro Volvo 240. Solo lo hizo porque el estado del automóvil era tan malo que ponía en riesgo su seguridad, informa en otra nota ABC.

Además, solía cortarse el pelo cuando visitaba países menos desarrollados, ya que el paso por la peluquería en un país como Holanda le salía mucho más caro: le podían cobrar 22 euros (unos 70 mil pesos colombianos). Una vez también confesó que toda su ropa era de segunda, y se justificaba diciendo que en la naturaleza de sus paisanos oriundos del pueblo de Småland era normal ser tacaño.

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