Su heladería entró al libro Guinness de los récords por ofrecer más de 800 sabores, entre ellos: ajo, fríjoles y pulpo.

Sin embargo, la falta de leche y azúcar obligaron, el pasado lunes 4 de septiembre, a cerrar las puertas de Coromoto, uno de los íconos de Mérida.

“Uno hace el esfuerzo, aguanta hasta donde puede, pero llega el momento en que no resistes más”, dijo a la agencia AFP José Ramírez, yerno de Manuel y encargado del local desde hace dos décadas.

“Llevamos años padeciendo el problema de la escasez, abasteciéndonos en el mercado negro. No conseguimos productos con nuestros proveedores tradicionales. Aparece un vendedor y uno le compra algún producto, pero la situación se complicó este año”, indicó José

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Cuando abrió, la oferta de la heladería se limitaba a cuatro sabores tradicionales: vainilla, fresa, chocolate y coco.

Un día a Manuel se le ocurrió hacer un helado de aguacate y fue un éxito. Ahí “empezó a inventar, a probar con carnes, pescados, chipi chipi (especie de molusco marino), ajo y cebolla”, relató José.

La heladería entró en el libro Guinness en 1991, con 368 sabores, y revalidó la marca en 1996, con 591.

La lista creció a medida que Manuel creaba nuevos helados y llegó a tener unos 860 sabores, clásicos y tan extravagantes como caraotas (frijoles negros), ají picante, remolacha, mondongo y muchos otros más.

La caída de los precios del petróleo desde 2014 disparó la crisis y desde ese momento los venezolanos sintieron la escasez de  productos básicos. A esto se sumaba la inflación más alta del mundo, proyectada por el FMI en 720% para este año y en más de 2.000% para 2018.

“Tratamos de mantener precios asequibles, pero comerse un helado es un lujo para muchos”, reconoce José, quien añade que las ventas de la heladería se desplomaron a la mitad entre 2015 y 2016.

Con información de AFP.