Trump contraatacó en su típico estilo el martes, un día después de que se revelara que uno de sus asesores de campaña había admitido reunirse con interlocutores rusos para obtener información que pudiera dañar a Hillary Clinton y luego mintiera al respecto en sus declaraciones ante el FBI.

“Las noticias falsas trabajan en tiempo extra”, tuiteó Trump, siguiendo su estrategia de desviar la atención y negar, siendo presidente y antes en su calidad de poderoso empresario intransigente.

“¡Espero que la gente comience a concentrarse en nuestros masivos recortes de impuestos para empresas (empleos) y la clase media (además de en la corrupción demócrata)!”.

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Olvídense de la corrupción del Kremlin, argumentó Trump, alegando que los demócratas intentan poner en duda su impactante derrota, que los medios son parciales y que el ‘establishment’ de Washington busca bloquear su agenda.

Pero más allá de la barrera de justificaciones levantada por Trump, la defensa de la Casa Blanca viró sutilmente de una negativa cerrada a la contención de daños.

‘Figura Marginal’

Afirman en cambio que George Papadopoulos –el asesor que admitió reunirse con interlocutores rusos– era una figura “marginal” en la campaña de Trump, un “voluntario”, un “joven”.

Todos los contactos que tuvo Papadopoulos con el Kremlin o sus representantes fueron no oficiales, insistió la secretaria de prensa Sara Huckabee Sanders.

Esta teoría probablemente sea puesta a prueba cuando la investigación llegue, como parece factible, al hijo mayor del mandatario Donald Trump Jr., quien ya hizo públicos correos electrónicos que muestran que aceptaría gustoso cualquier “basura” que los rusos enviaran sobre Clinton.

“Trump, en resumen, tiene en su campaña al menos una persona –y supuestamente dos personas– que trabajaron activamente con gobiernos extranjeros no aliados de forma que ilícitamente pudiera ser ocultada a los investigadores”, dijeron Susan Hennessey y Benjamin Wittes, del influyente blog Lawfare.

“La publicación de estos documentos debería despejar, aunque probablemente no lo haga, la idea de que no hubo serios problemas de colusión entre la campaña de Trump y el gobierno ruso”, agregaron.

En medio del procesamiento de su exjefe de campaña Paul Manafort y la admisión de Papadopoulos, la administración Trump intenta mantener la atención en su proyecto de reforma impositiva.

Pero los esfuerzos de Sanders para controlar la agenda en la conferencia de prensa diaria se frustraron rápidamente cuando llegó la hora de las preguntas de los reporteros, centradas en la investigación sobre la intervención rusa.

Dentro de la Casa Blanca, la investigación independiente del fiscal especial Robert Mueller es tan candente como lo fue el día de mayo en el que los jóvenes asesores miraban horrorizados sus pantallas de televisión al escuchar su nombramiento para dirigir la investigación del caso ruso.

Altos funcionarios temen que sus colegas o excolegas puedan ser informantes y gastan innumerables horas intentando controlar la crisis.

“Realmente esperamos que esto termine”, admitió el secretario de la presidencia, John Kelly, en una entrevista concedida a Fox News.

Un peso sobre los hombros

Incluso el propio Trump parece agobiado. “Esto distrae mucho al presidente, como lo haría a cualquier ciudadano”, dijo Kelly.

“Ser investigado por algo, mientras al mismo tiempo intenta llevar el peso que significa ser el presidente de Estados Unidos sobre sus hombros…”, agregó.

Kelly reconoció que la pesquisa sobre la injerencia rusa es el primer tema de conversación la mayoría de las veces en la mañana.

“Generalmente en la mañana nuestra primera conversación es sobre este tipo de cosas (…) antes de empezar a trabajar”.

La cota de aprobación de Trump sigue siendo preocupante, de 33 %, según la última encuesta de Gallup.

Además, aunque los congresistas republicanos no criticaron abiertamente al mandatario en relación con los procesamientos, tampoco aparecieron en televisión para apoyarlo.

Si se permite que la investigación de Mueller continúe, la retórica de Trump seguirá siendo puesta a prueba por la realidad política y legal.

AFP