¿Por qué la fecha?

Como marca la ley desde 1845, las elecciones presidenciales estadounidenses siempre se celebran el martes siguiente al primer lunes del mes de noviembre. Este año, los ciudadanos acudirán a las urnas el 8 de noviembre.

Escrutinio

La votación, por sufragio universal indirecto sin segunda vuelta, se lleva a cabo en los 50 estados y el Distrito de Columbia (que abarca la ciudad de Washington y no forma parte de ningún estado). Están habilitados para votar 218 millones de ciudadanos, de los que un 10 por ciento lo hizo anticipadamente, señala Caracol Radio.

Los electores votan por los candidatos a presidente y vicepresidente. En función de la votación popular, los candidatos se adjudican en cada estado unos “grandes electores” (delegados al colegio electoral).

Los grandes electores 

En total son 538, y su número varía según los estados, en función de la población. Cada estado tiene tantos delegados como congresistas en la Cámara de Representantes (proporcional a su población) y senadores (dos por estado).

Los delegados del estado los escoge el partido ganador en ese sitio, pero cabe la opción de que individualmente alguno de esos delegados no vote por el candidato que le corresponde. Ha pasado anteriormente, en nueve ocasiones, pero no recientemente y tampoco han afectado el resultado final.

De esa forma, California, el estado más poblado, tiene 55 electores, Texas 38, Nueva York y Florida 29. En el otro extremo, Vermont, Alaska, Wyoming y Delaware solo tienen 3, al igual que el Distrito de Columbia.

Los grandes electores elegirán seguidamente de manera oficial el 19 de diciembre, y meramente como una formalidad, al presidente y el vicepresidente de Estados Unidos.

¿Qué hace falta para ganar? 

El candidato ganador debe obtener la mayoría absoluta de los 538 grandes electores, es decir 270.

En todos los estados, menos dos, el candidato que obtenga la mayoría de los votos se adjudica todos los delegados del estado. En Nebraska y Maine, los delegados son atribuidos de manera proporcional.

Este esquema consolida el reinante bipartidismo de demócratas y republicanos y prácticamente elimina las probabilidades de candidatos de partidos pequeños, aunque éstos pueden aun tener un impacto en algunos estados y, por ende, en el resultado nacional.

Solo en una ocasión, en 1824, ninguno de los candidatos mayoritarios obtuvo el número de delegados mínimo y la Cámara de Representantes eligió al presidente. En 1800 hubo un empate que también dirimió esa corporación. Situaciones semejantes son muy improbables actualmente.

Estados clave 

Algunos estados son decididamente demócratas y otros históricamente republicanos. Por eso las campañas concentran sus esfuerzos en una decena de estados susceptibles a inclinarse a un lado o el otro e influir en el resultado final, los llamados “swing states” o estados-péndulo.

Los más importantes de son aquellos con gran número de electores, como Florida (29), Pensilvania (20) y Ohio (18). Pero los pequeños también pueden influir y no deben ser ignorados.

Otras votaciones

Además del sucesor de Barack Obama, los estadounidenses acudirán a las urnas para renovar toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Votarán también los gobernadores de 12 estados y gran número de referendos y cargos locales.

Elección antidemocrática

En cuatro oportunidades, el sistema ha permitido que gane el candidato que obtuvo menos votos. En 2000, Gorge Bush logró 271 delegados a pesar de que Al Gore sacó 540 mil votos más de diferencia en el total nacional.

Con AFP