Para fortuna de los ciudadanos estadounidenses, los materiales para fabricar una bomba con capacidad para envenenar con material radioactivo a una urbe durante un año fueron adquiridos por un grupo de 10 personas que trabajan para una agencia de seguridad, cuyo propósito era demostrar que los terroristas podrían haber hecho lo mismo.

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El método fue el siguiente: ese grupo de personas creó una empresa fachada en la bodega de un parque industrial, con el fin de tener una dirección de correo física que les permitiera adquirir una licencia para comprar los ingredientes que conforman la letal bomba.

Y lo lograron sin dificultad, pese a que la compra de todos los materiales radioactivos está regulada, controlada y vigilada por la Comisión de Regulación Nuclear de ese país, informa The Washington Post.

Por lo general, este tipo de materiales se vende en pequeñísimas cantidades, pero con solo falsificar una orden de compra, los investigadores encubiertos lograron comprar las cantidades suficientes con el mismo documento.

Este ejercicio sirve como ejemplo para demostrar que lo mismo pudiera haber hecho un grupo terrorista; al parecer ya se están reforzando los controles y tomando los correctivos para que la próxima vez no sea en serio, informa el ‘Post’.

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