Además, como bien lo explica La Silla Vacía, Donald Trump aún no designa un equipo que se encargue de las relaciones con América Latina, lo que podría afectar a Colombia, sobre todo si se tiene en cuenta que el gobierno de Obama se comprometió a dar una fuerte cantidad de dinero para el posconflicto.

Sumado a lo anterior, la administración de Trump planea hacer un recorte presupuestal de 10,5 billones de dólares durante los próximos 10 años, y una de las oficinas estatales que sentirá esa disminución, según The Hill, es justamente la que se encarga de las relaciones exteriores: el Departamento de Estado.

En ese sentido, la preocupación en torno a cómo Trump se portará con Colombia aumenta, más cuando el nuevo presidente no ha designado a gran parte de los funcionarios diplomáticos que podrían tener influencia en el país sudamericano, de acuerdo con La Silla Vacía.

Entre esos cargos vacantes está el gerente de Usaid (la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo), que ha apoyado proyectos sociales y de libertad de prensa en Colombia.

Así mismo, explica La Silla Vacía, el magnate tampoco ha anunciado quién será el próximo subsecretariado de Estado. O sea, aún no se sabe quién ocupará la segunda posición más importante responsable de la diplomacia del país más poderoso del mundo.

La falta de representación de latinoamericanos en el gobierno de Trump no es un asunto para dejar de lado. En Estados Unidos hay más de 55,3 millones de personas de origen hispano, equivalentes a 17,3 % de la población total de esa nación, según datos de Pew Research Center.

Por su parte, Sean Spicer, nuevo vocero de la Casa Blanca, justificó la decisión de no tener latinoamericanos en el gobierno y dijo que el magnate “está comprometido con unir a su país”, citado el Huffington Post.

El portavoz, además, mencionó a Elaine Chao (nacida en China), Ben Carson (afrodescendiente) y Nikki Haley (de origen indio) como ejemplos de que el gabinete de Trump, supuestamente, es muy diverso.

Todo esto contrasta con el gobierno de Barack Obama, cuyo secretario de Estado, John Kerry, tuvo una participación muy activa en la apuesta más grande de la historia contemporánea de Colombia: el proceso de paz. Kerry, incluso, se reunió con los negociadores de las Farc y hasta sacó pecho de ese apoyo en el balance que hizo de su gestión.

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