Eso apenas dos días después de que el parlamento de Cataluña proclamara la independencia.

La marcha, convocada por la asociación Sociedad Civil Catalana (SCC) con el apoyo de los principales partidos no separatistas, busca responder a las concentraciones de júbilo que hicieron los independentistas el viernes para celebrar el nacimiento del “nuevo país”.

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Desde primera hora de la mañana, ciudadanos con banderas de Cataluña, España y la Unión Europea empezaron a concentrarse en el elegante paseo de Gracia de Barcelona para participar en esta marcha tras la cabecera “¡Todos somos Cataluña!”, acompañada por las palabras “convivencia” y “sensatez”.

Muchos, además, llegaron con carteles que dicen cosas como: “Ser catalán es un orgullo. Ser español es un honor”.

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Los independentistas “viven en un mundo paralelo, un poco surrealista. Tengo rabia de que hablen por todos los catalanes, cuando no somos todos”, lamentaba Silvia Alarcón, oficinista de 35 años.

Y es que a pesar de las fuertes movilizaciones por la independencia de los últimos años de escalada entre esta región y el poder central, la sociedad catalana se mantiene dividida a partes iguales sobre la conveniencia de separarse del reino de España.

El conflicto alcanzó su punto álgido el viernes cuando el parlamento catalán declaró la independencia y el gobierno español respondió destituyendo al presidente catalán de Carles Puigdemont y tomando el control de la región.

“Hemos llegado a una declaración unilateral de independencia de manera ilegal y ilegitima, con 47 % de votos en el parlemento de Cataluña”, el procentaje obtenido por los separatistas en las últimas elecciones en 2015, recordó Álex Ramos, vicepresidente de SCC.

“Ha sido una locura que nos ha llevado al precipicio”, añadió.

A su alrededor, numerosos manifestantes gritaban “¡Puigdemont a prisión!”, deseosos de más mano dura por parte del gobierno español de Mariano Rajoy.

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“Nos han tomado por tontos. Si Madrid no hace pagar responsabilidades, judicialmente o como sea, me sentiré estafado completamente”, dijo Miguel Ángel García, un jubilado de 70 años.

“Me da rabia por lo que le hacen al país que han hecho mis abuelos para separarlo y complicar las cosas”, lamentó Marina Fernández, una estudiante de 19 años de Girona, uno de los feudos independentistas en Cataluña, dirigida hasta 2016 por Carles Puigdemont.

Oficialmente su gobierno está destituido y el parlamento regional disuelto a la espera de elecciones regionales el 21 de diciembre, convocadas por Mariano Rajoy, aunque es una incógnita si los independentistas la acatarán.

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