Allí, una multitud fervorosa le ofrece el último homenaje antes de su entierro el domingo.

La caravana que lleva la urna de cedro cubierta con la bandera cubana entró a la emblemática ciudad después del mediodía. Ríos de gente emocionada acompañan el paso de la procesión que partió el miércoles de La Habana.

“Yo soy Fidel”, entonaban los cubanos casi en trance religioso. Niria Rosales, una excombatiente de 77 años que lleva una medalla en el pecho y un brazalete del movimiento rebelde 26 de Julio, fundado por Castro, describe su encuentro con el líder máximo como si fuera un milagro.

“Yo estaba en la Sierra con él. Me puso las manos aquí y me puso mi nombre de guerra”, señala, tocándose los hombros.

Los restos de Fidel Castro, quien murió el 25 de noviembre a los 90 años, recorrieron buena parte de la isla, en el sentido inverso a la ruta que siguió el líder de la Revolución en 1959, antes de llegar a su última parada.

El presidente Raúl Castro, que asumió el poder cuando su hermano cayó enfermo en 2006, cerrará los actos de homenaje con un discurso en la noche.

Los restos del “Comandante” serán enterrados en una ceremonia privada el domingo en el cementerio de Santa Ifigenia de Santiago, donde yace el héroe de la independencia nacional, José Martí.

Terminarán así nueve días de luto nacional en los que el legado de Fidel Castro despertó pasiones encontradas, al tiempo que muchos se preguntan sobre el rumbo que tomará la isla sin su líder más influyente.

Sin apartarse del régimen de partido único, Raúl Castro, que dejará el poder en febrero de 2018, lleva a cabo una cauta y lenta apertura al trabajo privado y a la inversión externa.

La muerte de Fidel Castro podría acelerar las reformas ahora que Estados Unidos también se apresta a iniciar la era de Donald Trump, quien se muestra crítico con el proceso de normalización de relaciones con el pequeño país comunista.

Los funerales se desarrollarán sin la presencia de cámaras de medios extranjeros. Desde hace varios días, la necrópolis permanece cerrada y unos obreros trabajan denodadamente para ultimar los detalles de la ceremonia.

“Sabremos ocuparnos de él y montar la guardia como es debido”, dijo con orgullo la santiaguera Margarita Aguilera, que a sus 54 años dirige un local municipal de distribución de tabaco.

Para ella, Fidel “ha sido el padre de todos los cubanos y de todos los desamparados del mundo”.

AFP