En una comparecencia ante la prensa en la capital mexicana junto al secretario de Estado, Rex Tillerson, y sus homólogos mexicanos, el canciller Luis Videgaray y el ministro de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, Kelly se esforzó por mandar un mensaje tranquilizador.

“Dejénme ser muy, muy claro: no habrá deportaciones masivas”. “No se hará uso de la fuerza militar en los operativos migratorios”, subrayó.

Poco antes en Washington, el presidente estadounidense Donald Trump había afirmado: “por primera vez estamos expulsando a pandilleros, a capos de las drogas. Estamos echando a esos tipos malos, a un ritmo nunca antes visto. Y es una operación militar”.

Aunque estas declaraciones parecían contradecir las de Kelly, posteriormente el portavoz de Trump, Sean Spicer, explicó que el presidente había utilizado el término “militar” simplemente “como un adjetivo” sinónimo de “eficaz”.

Trump también calificó la visita de sus emisarios a México como “un viaje duro”. “Porque tenemos que ser tratados de manera justa por México”, apuntó.

Las diplomacias de ambos países llevaban varios días asegurando que se está construyendo una relación de diálogo respetuosa. Sin embargo en la comparecencia de los cuatro ministros, que como estaba previsto no aceptaron preguntas, se respiró incomodidad.

“Dos países fuertes y vibrantes, de vez en cuando, van a tener desacuerdos”, afirmó Tillerson.

“Será un largo camino de construir acuerdos con Estados Unidos pero hoy hemos dado un paso en la dirección correcta”, consideró Videgaray.

Rebajar las tensiones

Tillerson y Kelly viajaron a México en un esfuerzo por acercar posiciones y tratar de rebajar las tensiones bilaterales que estallaron desde la llegada de Trump a la Casa Blanca hace un mes.

Primero ordenó la construcción de un gran muro en la frontera común y exigió que México corra con sus costos.

Después, amenazó con imponer aranceles a las importaciones mexicanas, bloquear las remesas y renegociar, o incluso derogar, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

A esto se sumaron el martes las severas directrices para detener y deportar a gran parte de los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos.

Son en su mayoría mexicanos, pero las nuevas disposiciones prevén también que sean expulsados a México los indocumentados de cualquier otra nacionalidad.

Osorio expresó la “preocupación” de su gobierno “ante un eventual aumento de las deportaciones y ante la posibilidad de que los ciudadanos de otros países puedan ser retornados a nuestro territorio”.

Durante su visita de poco más de un día, los funcionarios estadounidenses se reunieron también con los responsables mexicanos de Defensa, Marina y Finanzas, para dialogar de lucha contra el narcotráfico, seguridad en la frontera y comercio.

Y con el presidente de México, Enrique Peña Nieto quien, ante la retórica desafiante de Trump, en enero había anulado una visita prevista a Washington. Tras el encuentro privado con el mandatario mexicano, Tillerson y Kelly volaron de regreso a Washington.

‘Patio trasero de EE. UU.’

“Construyamos puentes y no muros”, podía leerse en las pancartas de un pequeño grupo de manifestantes ante la embajada de Estados Unidos en México.

“Todo lo que el secretario Tillerson dijo hoy quedará completamente anulado por la siguiente cosa que el presidente Trump tuitee acerca de sucios mexicanos que roban empleos o de migrantes ilegales”, afirmó Douglas Keyler, un estadounidense de unos 30 años residente en México.

A su alrededor familias con niños ondeaban banderas mexicanas y estadounidenses.

Adolfo Laborde, experto en la relación México-Estados Unidos en el Instituto Tecnológico de Monterrey, es de la misma opinión. “No puede haber un abismo tan grande” entre las declaraciones de los secretarios estadounidenses y la retórica de Trump, dijo a la AFP.

Sin embargo, “por encima está lo que dice Trump”, consideró. “Va a haber deportaciones masivas y en eso deberán enfocarse las autoridades mexicanas”.

Para definir y limitar la negociación del gobierno de Peña Nieto con Estados Unidos, el Senado mexicano está elaborando un decreto que incluirá las cinco cuestiones clave de esta crisis: migración, derechos humanos, comercio y economía, seguridad en la frontera y la construcción del muro.

“No aceptamos ser el patio trasero de Estados Unidos, al que quiere deportar a todo aquél que él quiera”, declaró a la AFP el senador mexicano Fernando Herrera, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado.

Con AFP

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