Las autoridades judiciales iraníes, a través de su portavoz, Gholamhosein Mohsení Ejeí, confirmaron la muerte del científico horas después de que la cadena británica BBC, citando a fuentes de la familia, anunciara que Amiri había sido ahorcado.

Ejeí fue tajante al afirmar que Amirí, de 39 años y en prisión desde 2010, fue condenado a muerte y ejecutado por espiar en favor del país norteamericano.

Al mismo tiempo afirmó: “Shahram Amirí tenía acceso a secretos del régimen y se había conectado con nuestro enemigo número uno, el Gran Satán (EEUU)”.

Esta muerte es la última de un científico a cuenta del programa atómico iraní, después de que entre 2010 y 2012 al menos tres destacados investigadores vinculados al mismo murieran en atentados terroristas nunca esclarecidos pero que en los que Irán vio la mano de Israel y los EEUU.

Amirí desapareció durante una peregrinación a La Meca en 2009 y reapareció en EE.UU. un año después diciendo que había sido secuestrado por la CIA y puesto bajo “presión psicológica intensa para revelar información sensible”.

Así, regresó como un héroe a la República Islámica y fue incluso recibido y distinguido por el presidente Mahmud Admadineyad (2005-2013).

Al poco tiempo de su llegada, apareció en medios locales iraníes y explicó que se había negado a colaborar con los EE.UU. y que incluso había rechazado sus ofertas económicas, mientras que las autoridades iraníes insistían en denunciar su “secuestro” y definieron su “liberación” como fruto de la presión pública ejercida contra Washington.

Sin embargo, poco después fue arrestado en Irán y su pista se perdió.

La agencia iraní Isna, cercana al líder supremo iraní, publicó hoy que Amirí había recibido 5 millones de dólares de la CIA poco antes de regresar a Irán, tal y como informó en esas fechas el diario estadounidense The Washington Post.

El portavoz de ese país insistió además que Amirí fue juzgado “según la ley” y con presencia de un abogado, y que su sentencia en primera instancia fue recurrida al Tribunal Supremo, que la revisó “con especial empeño” antes de confirmarla.

Esta es la segunda ocasión en pocos días que Irán reconoce públicamente la ejecución de personas en circunstancias polémicas, después de que la semana pasada afirmara haber ahorcado a unos 20 “terroristas” kurdos suníes, lo que levantó duras críticas de las autoridades estadounidenses, europeas, la ONU y diversas ONG.

De acuerdo con la Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en muchos casos “hay serias dudas” de que ese juicio hubiera sido justo, de que se respetara el debido proceso y otros derechos de los acusados.

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