Trump desistió de su idea de llevar la sede diplomática de su país a Jerusalén, una ciudad disputada por Israel y Palestina, con lo que reversa una de las promesas de campaña que más apoyaban sus seguidores conservadores, informa The Washington Post.

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El gobierno estadounidense acudió a una prerrogativa presidencial para tomar decisiones relacionados con la seguridad nacional, que también han usado los mandatarios anteriores para aplazar la reubicación de la embajada, que ordenó el congreso del país en 1995.

Trasladar la embajada a Jerusalén tendría graves implicaciones en las ya tensas relaciones entre Israel y Palestina, ya que al estar la ciudad en conflicto, el gesto sería como un ‘guiño’ a favor del Estado judío y, por consiguiente, las oportunidades de llegar a un acuerdo de paz entre ambas partes se alejaría, dijo la casa presidencial en su comunicado.

USA Today explica que, por un lado, Israel reclama a Jerusalén basándose en los relatos bíblicos; pero Palestina pelea por la parte oriental de la ciudad para que sea la capital de un estado árabe independiente en el futuro.

Sin embargo, el gobierno norteamericano ‘se curó en salud’ al aclarar que la decisión no es una acción hostil contra Israel, su viejo y fiel aliado en Medio Oriente. En el comunicado, la Casa Blanca aclaró:

Si bien el presidente Donald Trump firmó la exención bajo la ley de embajadas en Jerusalén y retrasó el traslado de la embajada de Estados Unidos en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, nadie debería considerar esta movida como un retiro del fuerte apoyo del presidente a Israel y a la alianza entre los dos países”.

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