La Constitución apostólica ‘Vultum Dei Quaerere’ (‘La búsqueda del rostro de Dios’), firmada por Francisco el 29 de junio, sustituye a la anterior ‘Sponsa Christi’, publicada en 1950.

En ella, llama la atención el apartado relativo a la supervivencia de los monasterios y conventos, que recuerda que “a la autonomía jurídica ha de corresponder una real autonomía de vida, lo cual significa: un número aunque mínimo de hermanas, siempre que la mayoría no sea de avanzada edad”.

El pontífice argumentó que cuando esto no sea posible, pues pidan ayuda para constituir una comisión que estudie el proceso de “acompañamiento para revitalizar el monasterio, o para encaminarlo hacia el cierre”.

“Este proceso podría prever también la afiliación a otro monasterio o confiarlo a la Presidenta de la federación”, añade.

De hecho, el papa Francisco ahonda en muchos de los pasajes de la nueva Constitución en los problemas que presentan actualmente los monasterios debido a la crisis económica que ha hecho cerrar muchos de ellos y la escasez de vocaciones.

El documento indica 12 temas de reflexión y discernimiento para la vida consagrada en general y concluye con 14 artículos dispositivos, exclusivamente para los conventos femeninos.

El papa expresa su aprecio por las “hermanas contemplativas”, que se dedican al silencio y la oración principalmente, haciendo hincapié en que “la Iglesia las necesita” aunque reconoce que “no se trata de una misión fácil” en estos tiempos.

La primera indicación a las monjas contemplativas es la necesidad de actualizarse con “cursos específicos de formación aunque sea fuera de su monasterio”.

Y con el fin de asegurar una adecuada formación permanente, promueve “el intercambio de material formativo” entre conventos, pero también “el uso de medios de comunicación digital”, aunque aconseja “la necesaria discreción”.

Pide a los monasterios que “aunque la constitución de comunidades internacionales y multiculturales ponga de manifiesto la universalidad del carisma, hay que evitar en modo absoluto el reclutamiento de candidatas de otros países con el único fin de salvaguardar la supervivencia del monasterio”.

A las monjas, el papa las recuerda la importancia del trabajo y las exhorta “a que no sea solo para asegurar un sustento digno, sino que también y en la medida de lo posible tenga como fin socorrer las necesidades de los pobres y de los monasterios necesitados”.

Y aunque algunas comunidades monásticas pueden tener rentas propias, les dice “que no se eximan del deber de trabajar”.

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