Este último es profesor de psicología de la Universidad de Harvard y autor del libro ‘Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones’.

Dice el artículo de The New York Times que las guerras del mundo actuales se están concentrando en la zona que va de Nigeria a Pakistán (nororiente de África y Medio Oriente), donde habita una sexta parte de la población mundial, lo que quiere decir que 5 de cada 6 personas del planeta viven en regiones por completo libres de un conflicto armado.

“Nuestros esfuerzos por la paz en esas regiones (en guerra) pueden ser informados y alentados por el ejemplo de regiones como América. La guerra puede ser transformada de un medio para resolver los conflictos generalizados en algo raro, de pequeña escala, y fuera de las normas de comportamiento aceptables”, dicen los autores.

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Ahora, dicen Santos Pinker, América Latina se unió a ese grupo libre de conflictos armados, pues el último que quedaba era el de Colombia, pero “no se puede ser complaciente con la guerra en esa sexta parte de la población”, advierte la nota, y por ello el ejemplo de Colombia debe servir para impulsar iniciativas de paz en esa zona del globo.

No obstante el gran paso que acaba de dar Colombia para llegar a la paz, el artículo dice que aún quedan muchos desafíos por superar, empezando por la misma ratificación del acuerdo mediante el plebiscito; la entrega de las armas por parte de las Farc; abandonar la actividad de tráfico de estupefacientes y someterse a la justicia transicional.

Y hay otro escollo: que no se contempló en este acuerdo, y es el del conflicto que aún queda con el grupo guerrillero ELN, además de invertir en “gobernabilidad e infraestructura con el fin de manejar la violencia, la pobreza y la corrupción”.

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