El país ha aprovechado la gran proyección mediática de los juegos de Pyeongchang enviando a su vecino del sur a un grupo de artistas, cientos de animadoras, deportistas e incluso a la hermana del dirigente norcoreano Kim Jong Un.

Pero paralelamente el jueves en la capital norcoreana desfilaron regimientos enteros de soldados, seguidos de camiones, artillería, tanque y finalmente misiles gigantes.

A diferencia del último desfile militar de abril 2017, la televisión oficial norcoreana no transmitió en directo el acontecimiento, y esta vez difundió imágenes horas después del cortejo.

El dirigente norcoreano Kim Jong-un, su esposa Ri Sol Ju y el jefe de Estado, Kim Yong Nam, que dirigirá la delegación norcoreana enviada a los Juegos Olímpicos el viernes, presidían la tribuna, en medio de fuegos artificiales.

“Nos hemos vuelto capaces de mostrar al mundo nuestra estatura de potencia militar de clase mundial”, lanzó el dirigente norcoreano. El ejército tiene que estar preparado para impedir que los invasores violen la soberanía del Norte, “incluso en un 0,001 mm”, agregó.

“Larga vida”, gritaron los militares reunidos. Viendo a su líder supremo, algunos de ellos no pudieron contener las lágrimas.

Corea del Norte anunció el mes pasado que este año iba a celebrar el 70 aniversario de su ejército el 8 de febrero, en lugar del 25 de abril.

Delegación de alto nivel

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La noticia sorprendió a las capitales extranjeras tras el cambio diplomático emprendido desde enero por el régimen norcoreano, que aprovechó los juegos para tender la mano a Corea del Sur.

Según los analistas, Corea del Norte pretende normalizar su estatuto de “Estado nuclear de facto” con su nueva estrategia. Para ellos, el país asiático busca tal vez obtener una reducción de las sanciones internacionales contra su régimen y crear una división en la relación entre los aliados surcoreano y estadounidense.

El Consejo de Seguridad de la ONU impuso múltiples sanciones a Pyongyang debido a sus programas nuclear y balístico. El año pasado, Corea del Norte lanzó misiles balísticos intercontinentales capaces de alcanzar el territorio continental de Estados Unidos, y llevó a cabo un sexto ensayo nuclear, el más potente hasta la fecha.

Para estos desfiles militares, Pyongyang también suele invitar a numerosos periodistas extranjeros, cosa que no sucedió en esta ocasión.

La delegación norcoreana a los Juegos Olímpicos estará dirigida por Kim Yong Nam. En ella también figura la hermana del líder, Kim Yo Jong, cada vez más influyente en las altas esferas del poder norcoreano.

El presidente surcoreano, Moon Jae-in, se reunirá con esta delegación el sábado, según informó el jueves la presidencia en Seúl.

“El presidente Moon recibirá la delegación norcoreana y almorzará con ella el 10 de febrero”, declaró Kim Eui-kyeom a la prensa, sin precisar el lugar del encuentro.

Según la agencia surcoreana Yonhap, es probable que Kim Yo Jong transmita al presidente surcoreano un mensaje personal de su hermano.

Por su parte, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, asistirá el viernes a la ceremonia de apertura en Pyeongchang, lo que podría presagiar un encuentro de alto nivel entre Washington y Pyongyang.

Pero Cho Yong Sam, un alto responsable del ministerio de Relaciones Exteriores, excluyó cualquier reunión con las autoridades estadounidenses.

“No tenemos ninguna intención de reunirnos con las autoridades estadounidenses durante nuestra visita al Sur”, declaró, según la agencia de noticias KCNA. “Nunca hemos rogado un diálogo con Estados Unidos y nunca lo haremos”, dijo.

Sus comentarios sin embargo no descartaron definitivamente un encuentro, como tampoco lo hizo Pence.

No obstante el vicepresidente estadounidense arremetió el miércoles contra Corea del Norte, anunciando desde Tokio que Washington impondrá sus sanciones “más duras” hasta la fecha contra el régimen norcoreano.

No se debe permitir a Corea del Norte “secuestrar el mensaje y las imágenes de los Juegos Olímpicos”, avisó Pence.

Con AFP

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