El enorme ruido internacional que despertó este descubrimiento, que incluye un instrumental médico del jerarca nazi Josef Mengele, “confirma la fascinación que ejerce el nazismo sobre alguna gente”, dijo a la AFP Diana Wang, presidenta de la ONG Generaciones de la Shoa (Holocausto) en Argentina, “más allá de si son (piezas) originales o réplicas”.

“Para los que estamos vinculados con el Holocausto y con los derechos humanos básicos y generales, nos resulta difícil de asumir” que existan personas que las guarden como objetos de valor, señaló Wang.

Pero la dirigente de una de las muchas organizaciones judías que hay en Argentina, donde vive una de las comunidades más grandes de América Latina con 300.000 personas, considera que no hay que vincular el hallazgo de estas obras al hecho de que este país “fue un nido de nazis”.

“Argentina fue un puerto receptivo de nazis, pero no ha sido el único. Los nazis sobrevivientes se desparramaron por todo el mundo”, recalcó Wang, recordando que al fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) la entonces Unión Soviética y Estados Unidos se disputaban los cerebros científicos destacados durante el nazismo.

Pero estas piezas, que están en manos de la policía y que de confirmarse su autenticidad serían ofrecidas por el Ministerio de Seguridad argentino al Museo del Holocausto, dividen posiciones en el seno de la colectividad judía.

El presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), Ariel Cohen Sabban, anunció esta semana que se presentará como querellante en la causa contra el anticuario Carlos Olivares, dueño de esta colección, al sentirse “víctimas del delito de discriminación”.

En el mismo sentido opinó el director en Jerusalén del Centro Simon Wiesenthal, dedicado a la persecución de nazis, Efraim Zuroff.

“No sorprende que una colección como ésta se haya encontrado. Todos sabemos que Argentina fue hogar para muchos criminales de guerra nazis y con la investigación podemos saber que el gobierno argentino hizo un esfuerzo especial para encontrarlos”, aseguró.

El anticuario

Olivares, de 55 años, es el anticuario que tenía las 75 piezas nazis en una habitación resguardada en su casa de Beccar, una zona residencial al norte de Buenos Aires, que fue allanada la segunda semana de junio por la policía.

Fue fundador de una de las ferias de antigüedades más pintorescas y de atracción turística de Buenos Aires, en la estación Barrancas del Tren de la Costa, y por ahora prefiere no dar declaraciones.

Al ser contactado por la AFP, se limitó a aclarar que tiene 13 colecciones importantes, entre ellas una de arte erótico y otra de piedras orientales con botellitas que se usaban para guardar opio, y que eso no lo hace “ni perverso pornógrafo ni drogadicto, por lo tanto tampoco nazi”.

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Olivares está imputado por violar la ley 25.743 de protección de patrimonio arqueológico y paleontológico. Fuentes cercanas a su negocio dijeron a la AFP que creen que llegaron a su tienda a través de una falso comprador -que era policía- buscando unas campanas chinas del siglo VII a.C. que aparecen en una lista de Interpol de objetos requeridos por el gobierno de China.

Olivares tiene unas siete campanas como las buscadas, pero serían reproducciones que vende a 1.000 pesos argentinos, unos 60 dólares cada una.

En la mira policial

Marcelo El Haibe, jefe del departamento de protección del patrimonio cultural de Interpol-Argentina, consideró que “no cualquier ciudadano podría tener esto dado su valor y costo”.

“En Argentina no hubo otro caso similar. Se han descubierto objetos nazis pero fabricados en serie, de propaganda nazi”, dijo a la AFP El Haibe, que cree que ésta es la mayor incautación de objetos nazis en el país.

El jefe de policía federal, Néstor Roncaglia, desestimó que detrás del hallazgo haya alguna organización nazi.

“Todo indica que es un comerciante de obras de arte de bienes culturales, y por supuesto que estas personas comercializan objetos lícitos, y a veces también se comercializan objetos ilícitos”, explicó a la AFP.

Las fuentes cercanas al negocio de Olivares confían en que las piezas serán devueltas luego de comprobarse que no hubo delito y que no son las que están incluidas en una “Lista Roja de Objetos Culturales Chinos” emitida por la Unesco, debido a su interés internacional y valor histórico.

Con AFP

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