“Tengo una granada”, gritó este miércoles el hombre de 35 años a los empleados de una filial del banco austriáco Erste. Previamente, les había dado las gracias amablemente a los pasajeros que lo habían ayudado a entrar en el local, reportó New Straits Times.
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Los empleados le dieron una 50.000 kunas, alrededor de 6.600 euros y lo vieron alejarse tranquilamente hacia la calle y subirse a un taxi con ayuda del conductor que lo condujo a 80 km al este de la ciudad donde finalmente fue arrestado por la policía, señaló L’essentiel.
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