El caso de un pequeño que por descuido de su mamá cayó en la zona de los gorilas, cuyo desenlace fue la muerte del animal por parte de los empleados del zoológico para proteger la vida del menor encendió la discusión sobre la importancia o la obsolescencia de los zoológicos, según un análisis de The Atlantic.

El autor reconoce que hay zoológicos buenos y zoológicos malos, y que el de Cincinnati pertenece a los primeros; también admite que durante los últimos 50 años la mayoría de zoológicos se ha modernizado y ha cambiado el concepto.

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Por ejemplo, muchos pasaron de tener los animales encerrados en jaulas a mantenerlos en un hábitat más parecido a como se encontrarían en su ambiente natural, como es el caso del ahora occiso gorila Harambe, un precioso ejemplar ‘lomo plateado’ de 17 años que estaba protegido por un alto muro, desde donde lo observan los visitantes, y desde donde se coló el pequeño de 4 años que se salvó de morir ‘de milagro’.

La nota dice que un zoológico no solo es un sitio donde se tienen encerrados animales para exhibición, sino que es un centro de aprendizaje para los niños, los adultos y los científicos, además de que muchos zoológicos del mundo sirven como laboratorio para preservar especies en vías de extinción.

Por ejemplo, cita el medio, hay zoológicos que han logrado que animales den cría en cautiverio y luego han repoblado el hábitat natural con varios ejemplares de distintas especies.

De otro lado, el autor dice que si ya se está prohibiendo mantener ballenas asesinas en acuarios, lo mismo debería suceder con tigres, leones y gorilas.

Finalmente, en caso de que los zoológicos sigan operando, The Atlantic pone el ejemplo de cómo debería ser un zoológico y menciona a Zootopia, un zoológico en Dinamarca en el cual los humanos son quienes están ‘en cautiverio’.

El diario The Guardian describe a Zootopia (no es la película de Disney) como un área de 20 hectáreas en la cual los animales andarán libremente (como en Jurassic Park) y son los visitantes quienes deberán esconderse detrás de ventanas camufladas como troncos o una especie de trincheras con el fin de que los animales jamás se den cuenta de que están siendo observados.

Por ahora, este paraíso para los animales es un sueño que se hará realidad en el 2019, cuando la primera parte del proyecto abra sus puertas al público.

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