El cortejo recorre a la inversa la histórica ruta de la Revolución cubana. Cubierta por la bandera cubana, la urna de cedro con las cenizas de Fidel Castro partió desde La Habana sobre un armón adornado con flores blancas que arrastra un vehículo militar y se dirige hacia Santiago, en el oriente de la isla, donde sus restos serán inhumados el domingo, tras un viaje por casi 1.000 kilómetros, que recorrerá 13 de las 15 provincias de Cuba.

“Yo soy Fidel”, “Todos somos Fidel” y “!Vida, Fidel!”, gritaban cientos de miles de cubanos, que se apostaron en las calles para despedir al hombre que los gobernó por casi medio siglo, y que murió el viernes a los 90 años.

Muchos se emocionan hasta el llanto, al paso de los restos del padre de la Revolución cubana, que instauró un régimen comunista a menos de 200 km de Estados Unidos.

La “caravana de la libertad” pasará la noche en Santa Clara, la ciudad donde está enterrado su compañero de armas y amigo Ernesto Che Guevara, a quien Castro conoció en 1955.

“Es el encuentro para la historia de dos comandantes que cambiaron la historia de Cuba y de la humanidad”, dijo Agnier Sánchez, de 32 años, técnico de imagenología médica.

“Desandar el camino revolucionario”

El argentino conquistó esa ciudad en diciembre de 1958, después de una dura batalla. Pocas horas después, Batista dejaba el gobierno y huía de la isla. Treinta años después de su muerte en Bolivia en 1967, el icónico Che fue enterrado con honores en una ceremonia en Santa Clara encabezada por Fidel Castro.

La relación entre Castro y Guevara fue tan estrecha, que Castro llegó a admitir que soñaba con él años después de su muerte.

“Pasa el tiempo y, a veces, uno sueña con el compañero que murió, y lo ve vivo, y conversa con él”, dijo en la entrevista con Ignacio Ramonet, publicada en el libro ‘Cien horas con Fidel’.

Las cenizas de Castro serán depositadas finalmente el 4 de diciembre en el cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, donde descansan los restos del también icónico José Martí, héroe de la independencia cubana.

El último viaje de Fidel Castro está cargado de simbolismo. En 1959 un enérgico líder guerrillero de 32 años salió, junto al resto de sus “barbudos”, desde Santiago de Cuba hacia La Habana, donde proclamó el triunfo de la Revolución que derrocó al dictador Fulgencio Batista.

Este miércoles sus restos emprendieron un largo camino desandando el viaje por el país que Fidel Castro transformó con recetas de corte soviético, y en abierto desafío a Estados Unidos.

Incertidumbre

La muerte de Fidel reaviva las preguntas sobre el futuro del socialismo en Cuba, y de las relaciones con Estados Unidos ahora que Donald Trump se instalará en la Casa Blanca.

El modelo de economía planificada hizo agua con el colapso del bloque comunista, y hoy Raúl Castro lleva a cabo una cauta apertura al trabajo privado y la inversión extranjera, al tiempo que alienta una histórica aproximación con Washington.

El hermano menor de Fidel asumió el poder en 2006 a raíz de una enfermedad intestinal que obligó al máximo dirigente de la Revolución a soltar las riendas del país. La gran pregunta es qué pasará a partir de 2018, cuando el presidente Raúl Castro, de 85 años, deje el poder, tal como prometió.

“De muchas maneras, la muerte de Fidel simbólicamente marca el fin de una era y el inicio de una era post Castro, una vez que Raúl se retire también de la vida pública. Sin la sombra de su hermano mayor, Raúl puede sentirse más libre de poner en marcha  las modestas reformas que inició en la última década”, dijo Jorge Duany, director del Cuban Research Institute.

Entre ellas, el acercamiento con Estados Unidos. Pero Trump amenazó con cancelar el proceso de aproximación a Cuba, a menos que la isla acepte negociar un “mejor acuerdo”, es decir, atender los reclamos de mayor apertura económica y en materia de derechos humanos.

AFP

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