Los clientes de este prostíbulo, que se llama Big Sister, escogen la mujer con la que quieren estar desde una pantalla de contacto en la cual se presentan imágenes de rubias, morenas y pelirrojas, señala el portal AZ Central.

Una vez selecciona la mujer con quien quiere tener sexo, el cliente va a una habitación y acepta que su sesión sea grabada y transmitida por Internet en tiempo real, dice el medio.

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Por su parte, la fotógrafa Hana Jakrlova dice en su libro Big Sister (Gran hermana), citada por la revista Wired, que el concepto le parece absurdo, aunque va muy de la mano con las tendencias de la Red, donde nada es privado: “Algunas personas necesitan publicar, y validar, todo lo que hacen en Internet para sentir que es real o excitante”, comenta.

En fotos publicadas por el portal El Ciudadano de Chile, se ven habitaciones decoradas de forma distinta, pero todas tienen cámaras y pantallas de video en diferentes puntos del recinto. Por ejemplo, hay una en que la cama está inspirada en un iglú entre la nieve, con la réplica de un oso polar apoyado sobre el borde.

Incluso, las habitaciones están dotadas de teléfonos y citófonos que timbran cuando la posición de la pareja no favorece los ángulos de las cámaras para lograr una transmisión en ‘streaming’ más idónea.

Finalmente, los internautas que quieran ver el sexo en vivo deben pagar una suscripción mensual equivalente a 100 mil pesos para acceder a la sección del ‘ojo voyerista’, que les brinda ese servicio. El burdel también graba y emite las escenas por canales de porno por suscripción, dice AZ Central.

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