Ese comportamiento del contador público de 64 años, retirado y sin antecedentes penales, que mató a 59 personas y dejó heridas a más de 500, encaja perfectamente en el patrón de los autores de tiroteos masivos en Estados Unidos.

Vecinos en Mesquite, un pueblo de 20.000 habitantes que crece con casinos a 130 km de la meca del juego, estaban impactados al descubrir que el hombre autor del tiroteo más letal de la historia reciente del país vivía a la vuelta de la esquina.

“No me di cuenta, hasta que empecé a ver los noticieros, de que este lunático vivía aquí mismo”, dijo a la AFP Rod Sweningson, cuya casa está a pocos metros de la de Paddock. “Cuando escuché que vivía en Mesquite y vi todo el tráfico cayó la ficha”.

Sweiningson recordó cuando el FBI advirtió a los vecinos que escucharían un ruido cuando los agentes volaran la puerta para entrar en la casa del asesino.

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Hallaron 19 armas de fuego, varios kilos de explosivos y miles de municiones, que se suman a las 23 armas —16 rifles de asalto— encontradas en su habitación en el piso 32 del Mandalay Bay hotel, desde donde disparó a las miles de personas que asistían al concierto, para luego quitarse la vida.

Sweningson describió esa parte de Mesquite como una “comunidad tranquila” donde la seguridad no es una preocupación.

“Ni pensamos en cerrar las puertas con seguro”, indicó, y agregó que raramente vio a Paddock en la calle a pesar de vivir cerca. “Pudimos habernos cruzado yendo al buzón del correo —eso pudo pasar varias veces—, pero aun así, no puedo decir que lo conozco”, aseguró.

Fuera del radar

Los vecinos especularon que Paddock jugaba golf y que a veces se le veía tomando almuerzo en un club para ancianos, aunque el personal dijo no tener su nombre en la lista de visitantes ni reconocer su cara, que aparece retratada como nunca en las pantallas de televisión.

La periodista Teri Nehrenz recordó que vivía en el pueblo siguiente a Bath, Ohio, donde el ‘Caníbal de Milwaukee’ Jeffrey Dahmer creció y que incluso salió con un muchacho que fue a la escuela con él.

“Eso era suficientemente malo y ahora esto. Es como una tendencia”, dijo esta mujer de 54 años, que cubrió eventos en Mesquite para un diario local por años y nunca vio a Paddock.

Estuvo siempre “fuera del radar” desde que se mudó de Florida hace dos años y era “notoriamente un desconocido”, añadió.

En cambio, Cathy Brumandgin, una cajera en una tienda económica, recuerda a Paddock en una cena, en julio, en el casino Eureka de la ciudad.

“Éramos seis en la mesa: cuatro de nuestra familia y él y su novia. Se estaba quejando acerca del vino”, dijo Brumandgin sobre el encuentro en el que intercambiaron cumplidos sobre la comida y la música.

Algunos de los vecinos de Paddock resultaron heridos, aunque nada crítico.

En su cuadra viven principalmente ancianos retirados, de los cuales muchos viajan en verano a lugares más frescos como Park City, Utah.

“Se respeta mucho la tranquilidad que muchos vienen a buscar, nadie se meterá en tus cosas”, dijo Nehrenz.

AFP