El hombre, identificado cómo Mark Langedijk, tomó la decisión de acabar con su vida luego de que no pudiera dejar de beber alcohol.

Según The Independent, el paciente alcohólico escogió el día de su muerte mientras hacia bromas, tomaba cerveza y comía sánduches de jamón junto a su familia horas antes de fallecer. Minutos después, la vida del sujeto fue interrumpida con una inyección letal en la casa de sus padres.

La ley, que fue implementada hace 16 años, está permitida solo para personas con “sufrimientos insoportables”. El hermano del hombre, Marcel Langedijk, aseguró en una revista que su hermano fue una persona feliz y que mucha gente lo quería.

“Al principio hicimos todo lo posible para salvarlo, pero lastimosamente no lo logramos”, dijo Langedijk.

Mark Langedijk, quien estuvo en 21 centros de rehabilitación, le dijo a su familia que se quería morir, ya que no podía parar de beber. Al principio, su familia lo tomó como una idea descabellada pero con el paso del tiempo se dieron cuenta que no había otra solución que aceptar la decisión de Langedijk.

Momentos antes de que fuera aplicada la eutanasia a Langedijk, la familia del hombre empezó a llorar mientras el doctor explicaba el procedimiento.

“Todos empezamos a llorar y a decirnos cuánto nos queríamos. Mis padres le decían a mi hermano que estaban seguros que se iban a volver a ver”, le contó el hermano del hombre a la revista Linda.

En el año 2015, más de 5.500 personas aprovecharon de la ley holandesa para acabar con sus vidas. Una de estas personas era víctima de abuso sexual, y sufría de anorexia, depresión crónica y alucinaciones.

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