“Estoy bajo arresto”, dice una placa pegada al árbol, plantado en una zona tribal en la frontera con Afganistán, que relata la curiosa historia de su condena, retomada por el Washington Post.

Sin embargo, algunos residentes consideran que el árbol encadenado por el oficial James Squid es un símbolo de la esclavitud. “Encadenar a un árbol es una clara violación de las enseñanzas islámicas”, dijo Arman Shinwari, un habitante del área, citado por el Express Tribune..

Para Shinwari, el árbol representa la ley británica que se imponía en ese entonces en India y Pakistán y que terminó hace 65 años.

Muchos turistas asisten a ver esta rareza, que más allá de su curiosa historia, hace parte de una oscura época del país, en la que los habitantes temían a las duras leyes coloniales llamadas Regulaciones de los Crímenes Fronterizos, que promulgaban, por ejemplo el castigo de tribus y familias enteras por el crimen de alguno de sus miembros.

Muchas de esas leyes aún se utilizan en zonas tribales del país y aunque se han hecho intentos por reformarlas, el gobierno las sigue administrando casi igual a como lo hacían hace décadas, explica el Post.

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