500 niños del coro Regensburger Domspatzen (los gorriones de la catedral de Ratisbona) sufrieron maltrato físico y 67, agresiones sexuales, incluyendo violaciones, indicó Ulrich Weber, el abogado al que la Iglesia encargó de arrojar luz sobre este caso, que estalló en 2010.

Estas cifras son ampliamente superiores a las publicadas en enero de 2016, cuando un informe intermedio habló de 231 víctimas. En febrero de 2015, las autoridades católicas locales solo habían reconocido 72.

Los hechos se refieren a delitos y crímenes que van de la privación de alimentación a la violación, pasando por golpes y agresiones sexuales.

La mayoría de los casos prescribieron, por lo que los 49 presuntos autores de violencia identificados en el informe no serían juzgados. No obstante, cada una de las víctimas debería recibir hasta 20.000 euros de indemnización.

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Las víctimas describieron su paso por este coro milenario y mundialmente conocido como “una prisión, un infierno y un campo de concentración”, “el peor momento de su vida, marcado por el miedo, la violencia y la angustia”, declaró Weber.

Parte de esos maltratos habrían tenido lugar cuando el hermano del papa emérito Benedicto XVI, monseñor Georg Ratzinger, dirigía el coro, entre 1964 y 1994.

Monseñor Georg Ratzinger, que actualmente tiene 93 años, aseguró que no tuvo conocimiento de abusos sexuales en el seno de esta institución, fundada en el año 975.

Según Weber, el hermano del papa emérito estaba al corriente y habría “mirado hacia otra lado”, ya que reinaba una “cultura del silencio” en el seno del coro, donde parecía primar la protección de la institución, según el abogado.