Para permitir que digiera la comida correctamente, el perro debe comer en posición vertical, ya que de lo contrario vomitaría todos los alimentos, pues padece de megasófago, condición que sufren algunos perros y gatos, informó The Dodo.

Por esta enfermedad, el esófago es más grande de lo normal e impide que los músculos de la zona se contraigan de manera correcta, haciendo que la comida y los líquidos no puedan llegar al estómago.

El pequeño llegó en 2013 a la fundación Funny Farm, luego de ser abandonado por personas de un criadero de perros. Allí fue recibido por Laurie Zaleski, fundadora del lugar, que decidió quedárselo y cuidarlo, ya que en un refugio normal habría recibido una inyección letal.

Luego de una visita al veterinario fue diagnosticado con la condición, y aunque veterinarios dijeron que podrían operarlo e introducir una sonda para alimentarlo, Zaleski prefirió optar por una solución más natural.

Decidió intentar alimentarlo en una posición vertical, prueba que dio resultado. Desde entonces lo ha hecho en una silla diseñada para perros con esta condición. En esta se sienta, come y debe reposar entre 10 y 15 minutos.

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A pesar de su condición, Chuck es un perro común y corriente al que le gusta realizar actividades como jugar, correr y divertirse al aire libre.

 

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