Este punto, acordado con las Farc en La Habana, ha sido considerado por los críticos del proceso como un sapo que no puede tragarse.

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Pero, en realidad, ¿qué tan sapo podría considerarse?

Cuando los expresidentes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe exploraron la posibilidad de un acuerdo de paz, y cuando el presidente Juan Manuel Santos inicio las negociaciones, era claro que lo que se buscaba era que las Farc cambiaran las armas por la política. Si eso era previsible, no se puede considerar un sapo.

De hecho, el expresidente Álvaro Uribe, uno de los mayores críticos del proceso, propuso en el 2006 modificar la Constitución para permitir la elección al Congreso de los guerrilleros, incluso aquellos que hubieran cometido crímenes atroces.

Si el sapo es el número de curules, 5 en Cámara y 5 en Senado, comparemos con algunos procesos recientes de paz en el mundo, según nota breve de la revista Semana.

Angola, 70 de 220 curules, 4 ministerios, 7 viceministerios y 7 embajadas para los rebeldes de UNITA, que se convirtió en partido político en 2002

Nepal: en el 2006 se dieron 83 de 330 curules y 5 ministerios para los desmovilizados de la guerrilla maoísta del Partido Comunista, que se desmovilizó

Sudán: en el 2005 se dieron 126 de 450 curules, la vicepresidencia y 8 ministerios para los independentistas del sur del país (SPLA).

Nigeria: en el 2005 se dieron 24 de 76 curules para la comunidad Ijaw del Delta del Níger

Sierra Leona: en el 2002 se entregó la vicepresidencia, 4 ministerios y 4 viceministerios para los rebeldes del RUF.

Entonces, ¿5 curules en Senado y 5 en Cámara son mucho?

Definitivamente, no. Es un sapo tragable.

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Esos no son sapos, son concesiones que hay que hacer para que reflejen los intereses de las 2 partes, según Frank Pearl, miembro del equipo negociador del Gobierno.

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