En especial, estos méritos serán mirados por el Comité Nobel a la luz del testamento de quien dio origen a los premios, el inventor de la dinamita, Alfred Nobel.

Y esta es la primera razón que conduce a pensar que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el máximo dirigente de las Farc, Rodrigo Londoño o Timoleón Jiménez, encabezan la lista de opcionados para ganar el galardón.

En su testamento, Nobel, “para aliviar el peso que la creación de explosivos había dejado en su conciencia”, dejó la instrucción de recompensar a

quien haya laborado más y mejor en la obra de la fraternidad de los pueblos, a favor de la supresión o reducción de los ejércitos permanentes, y en pro de la formación y propagación de Congresos por la paz”.

Claramente, los acuerdos de paz con las Farc no solo llevaron al cese del fuego bilateral entre el Gobierno y las Farc, sino a la desmovilización y eventual entrega de las armas de este grupo guerrillero, para reincorporarse a la vida civil. En términos de Alfred Nobel, llevó a la supresión y reducción de ejércitos permanentes.

Visto desde esta perspectiva, durante el último año, salvo el colombiano, no se ha firmado un proceso de paz de estas características.

De hecho, en un artículo publicado por Santos y un profesor de Harvard, Steven Pinker, se dice con la firma de paz en Colombia, América Latina queda libre de conflictos, y que las guerras del mundo actual se están concentrando en la zona que va de Nigeria a Pakistán (nororiente de África y Medio Oriente), donde habita una sexta parte de la población mundial, lo que quiere decir que 5 de cada 6 personas del planeta viven en regiones por completo libres de un conflicto armado.

Nuestros esfuerzos por la paz en esas regiones (en guerra) pueden ser informados y alentados por el ejemplo de regiones como América. La guerra puede ser transformada de un medio para resolver los conflictos generalizados en algo raro, de pequeña escala, y fuera de las normas de comportamiento aceptables”,

dicen los autores en ‘The New York Times’.

Claramente, son méritos que tomará en cuenta el Comité del Nobel, a la hora de evaluar las 376 postulaciones.

La segunda razón que coloca a Santos y a Timochenko más cerca del galardón es que Noruega, país cuyo comité Nobel concede el premio de paz, está al tanto de lo que hicieron las partes en este proceso colombiano, porque fue país garante. Y Suecia, país del Nobel, no es ajeno, pues ya anunció a entrega de 112 millones de dólares para el postconflicto en los próximos cinco años.

Puede sonar raro el protagonismo de Noruega en la entrega del Nobel, pero fue decisión de Alfred Nobel que lo hiciera. Aunque es el parlamento noruego el que elige a los 5 miembros del Comité, este es un organismo privado.

El tercer argumento en favor de un Nobel para Santos y Timochenko son los antecedentes.

Es obvio que ha habido premios caprichosos, entregados más por política que por méritos, como el concedido a Barack Obama al comienzo de su administración. O se ha desconocido a verdaderos merecedores como Gandhi.

Sin embargo, otros han sido concedidos a procesos similares. Incluso, se pensó que su concesión podría servir como incentivo para terminar procesos, cosa que no siempre ha ocurrido.

Entre los más destacables están los concedidos a Henry A. Kissinger, de Estados Unidos, y Lê Ðức Thọ, de Vietnan, por el acuerdo de París de 1973, sobre cese al fuego y retiro de las tropas estadounidenses; a Nelson Mandela y Frederik Willem de Klerk por su trabajo para el fin pacífico del ‘apartheid’, en 1993; y Yasir Arafat, de Palestina, Isaac Rabin y Shimon Peres, de Israel, en 1994, por “haber abierto nuevas oportunidades para un nuevo desarrollo hacia la fraternidad en el Medio Oriente”.

La Academia anunciará el Nobel de la Paz el viernes 10 de octubre, a las 11 de la mañana hora de Oslo, 4 de la mañana, hora de Colombia.

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