La publicación afirma que el órgano de justicia estadounidense expresó su malestar con dejar entrar a los guerrilleros de las Farc al país y, por ende, no fue posible organizar el evento de la firma de paz en la sede de las Naciones Unidas.

Uno de los del Departamento de Justicia, agrega la revista, es que varios de los cabecillas de las Farc, negociadores también en La Habana, tienen procesos jurídicos vigentes por acciones de terrorismo y narcotráfico.

Además, dice, no se podía garantizar el otorgamiento de visas para que los integrantes del grupo guerrillero pudieran viajar a Nueva York para la firma de la paz. Por ende, señala, se resolvió escoger a Cartagena como escenario para el acto.

La publicación cita también a Peter Boogaard, un portavoz de la Casa Blanca, como el funcionario que, con diplomacia, manifestó que era necesario llevar a cabo “los procedimientos adecuados para determinar la elegibilidad de todos los firmantes de entrar en los Estados Unidos”.

Así mismo, cita a Robert McBrien, exabogado del Departamento de Justicia, que aseguró que la decisión de dejar entrar a los jefes del grupo guerrillero sería algo “fuera de los límites”.

“Se trata de un acuerdo de paz entre el gobierno de Colombia y las Farc. Eso es una cosa distinta y separada de los diversos actos criminales y tráfico de drogas cometidos en contra de los Estados Unidos (…) Se trata de personas que trabajaríamos muy difícil por traer a los EE.UU. para enjuiciar, para que vengan y firmen un acuerdo y luego se escapen volando, me parece muy difícil de aceptar”, dijo McBrien a Foreign Policy.

La publicación también destacó a la canciller María Ángela Holguín como la gestora para que el acto se llevara a cabo en Naciones Unidas. Sin embargo, afirma, hasta el jueves en la noche el gobierno Obama habría “descartado” definitivamente el evento en su territorio.

Y atribuye la responsabilidad de esto “al fracaso de Washington al no poder garantizar que las visas (para los guerrilleros) pudieran ser expedidas a tiempo”.

Finalmente, expertos consultados por ese mismo medio aseguran que, de haberse podido firmar el acuerdo final en Nueva York, el acto habría tenido un respaldo mayor del mundo.

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