Coronell, en Semana, habla de puntos que serían innegociables por parte de las Farc, como que haya amnistía en unos casos y penas alternativas en otros.

Por eso, de acuerdo con lo que plantea el periodista, se podría decir que el problema radica en que se quieran cambiar temas que no solo se han discutido, sino que están en la esencia de los acuerdos, a pesar de que las partes (Gobierno y guerrilla) “han admitido discutir” unos acuerdos:

Las maniobras del uribismo para dilatar indefinidamente la discusión –rumbo a las elección presidencial de 2018– ya quedaron claras en la reunión de delegatorios”, dice Coronell.

“El proceso de paz no se puede dejar en las manos de Uribe, porque lo primero que este hará será dilatar las decisiones”

Eso es lo que plantea Óscar Sevillano, en El Espectador, al decir que Uribe dilatará sus decisiones para mezclar las elecciones de 2018 con el proceso de paz y así “sacar ventaja en materia de votos a favor de su partido político”.

[Uribe] tampoco hará lo esencial en una mesa de diálogo, que es sentarse a hablar con el enemigo, es decir, con el secretariado de las Farc, y, por las luces que ha dado, tampoco autorizará a los miembros de su partido para que formen parte del grupo de negociadores”.

Fechas claras y límites a la discusión son los elementos para que el proceso de paz no se disuelva

Santiago Villa, en El Espectador, que Uribe no tiene afán en la renegociación de los acuerdos de paz, pues “él gana si los tiempos se dilatan”:

Es importante avanzar con celeridad y tener un acuerdo firmado para que, antes de la campaña electoral de finales de 2017 y principios de 2018, la guerrilla de las Farc sea cosa del pasado”.

Así que, según Villa, el primer límite que debe fijarse es el de los ajustes concretos a lo que ya fue negociado con las Farc en dos puntos centrales: justicia y participación en política.

“Cada día que pasa, las presidenciales tendrán mayor influencia”

Luis Carvajal Basto (El Espectador) dice que ni el uribismo puede negar que ya hay un acuerdo ni los que votaron sí, “que existió un plebiscito”.

Esto, como punto de partido para que las elecciones de 2018 no incluyan en un asunto de Estado, que vaya más allá de las disputas políticas: “No se trata de ‘ganar’, sino del más importante asunto de Estado”.

Sin embargo, las partes parecen estar en otro cuento. Al respecto, Carvajal Basto apunta:

Siguiendo ‘reglas’ de la política  lo que sigue es, por parte del uribismo, dilatar para vincular la situación con unas presidenciales en que los ‘negociadores’ son pre candidatos; por parte del gobierno,  fraccionar a la oposición, y por parte de las Farc, sostenerse imperturbables en la tesis del acuerdo firmado”.

 

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