Además de Rusia y Bulgaria (ya excluidas de los Juegos en halterofilia), otros países recurrieron al dopaje sistemático. Kazajistán, Bielorrusia, Uzbekistán, Armenia, Moldavia, Rumanía y Ucrania deberían ser también excluidos. Esos países nos roban puestos en los Juegos y puede que también medallas”,

acusa Oliver Caruso en una entrevista publicada este jueves en el diario alemán Bild.

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En la misma entrevista cita también a Azerbaiyán, con lo que alude en total a siete países que formaron parte de la URSS y a Rumanía, que también estaba en la órbita de Moscú en los años de la Guerra Fría.

“El sistema está enfermo”, acusa Caruso.

Todo el sistema está corrompido. Hay alguien que seguro que encubre todo esto. Sé cómo funciona. Un entrenador extranjero me explicó cómo funciona. Se les avisa cuando los controladores antidopaje van a llegar”,

apunta.

El COI debería haberlo dicho: Kazajistán, ¿27 casos de dopaje desde 2012? ¡Fuera! Bielorrusia, ¿14 casos? ¡Has hecho trampas de forma sistemática, fuera! En lugar de eso se les permite tranquilamente participar (…). Antes de los Juegos, Kazajistán y Bielorrusia deberían haber sido suspendidos un año. Se hará, pero después de los Juegos”,

añade.

El entrenador alemán, que pide al COI que tome “medidas radicales”, expresa ampliamente en la entrevista su propia frustración y la de sus deportistas: “Tengo miedo de que mi equipo acabe por abandonar, por frustración”.

El deporte alemán reaccionó con vehemencia la pasada semana a la decisión de dejar a una parte de la delegación rusa participar en los Juegos Olímpicos, acusando sobre todo a Thomas Bach, el presidente alemán del COI, de haber querido proteger a los rusos.

En Alemania, la cuestión del dopaje es muy sensible, sobre todo porque varios exdeportistas de la antigua República Democrática Alemana (RDA) estuvieron en su día sometidos a un dopaje de Estado organizado, sufriendo actualmente graves problemas de salud o habiendo tenido hijos con discapacidad.

Con AFP

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