Lochte, a quien nadie le discute sus méritos deportivos, ha ganado 12 medallas en Juegos Olímpicos en pruebas de natación.

“Lochte había dicho que él y otros tres nadadores estadounidenses fueron robados el domingo a punta de pistola, pero la policía dijo que los guardias de seguridad en la estación (de gasolina, donde ocurrieron los hechos) habían utilizado armas exclusivamente para controlar a los hombres, agregando que al menos un atleta había cometido actos vandálicos en la estación y otro había orinado en los locales”, dice CNN.

Pero en una disculpa que emitió en su cuenta de Instagram el viernes, Lochte no habló explícitamente de su mentira, y siempre usó un tono justificatorio.

Quisiera disculparme por mi comportamiento de la semana pasada, por no haber prestado más atención y por no haber sido más sincero en la manera en la que sucedieron los hechos aquella madrugada”, dice parte del comunicado de Lochte, quien añade que lamenta que se haya convertido en el centro de atención “cuando muchos atletas están cumpliendo su sueño de participar en unos Juegos Olímpicos”.

Luego, en otro aparte:

Es traumático estar fuera tarde con tus amigos en un país extranjero –con la barrera del idioma- y tener un extraño apuntándote con un arma y pidiendo dinero para dejarte ir, pero sin importar el comportamiento de nadie más esa noche, debería haber sido mucho más responsable en cómo lo manejé y por eso me disculpo con mis compañeros, mis fanáticos, mis competidores, mis patrocinadores y el anfitrión de este gran evento”.

El inicio de su carrera como imbécil

En su evaluación para definirlo como imbécil, el portal Slate hace un recuento de hechos previos que, a decir la verdad, resultan irrelevantes frente a lo que hizo en Río. Le recuerdan que lanzó una línea de calzado muy feo para la marca Speedo; que fue la estrella de un ‘reality’ que se llamaba ‘¿Qué haría Ryan Lochte?’, que fue tan impopular que duró solo una temporada; que trató de registrar como suya la palabra ‘jeah’ (algo así como ‘qué chimba’ en colombiano), a pesar de que la popularizó por primera vez por el rapero MC Eiht Los Ángeles; que dijo que estaba ansioso por tener mucho sexo en los juegos de Londres; y que se pintó el pelo de azul.

Nada de eso tiene el peso del incidente ocurrido en Brasil, donde puso en evidencia la dicotomía entre el gran deportista y el pobre ser humano por fuera de las piscinas, donde teóricamente debería ser un modelo para la juventud y la sociedad.

Así mismo, la percepción de ‘república bananera’ que tiene del país anfitrión (Debió pensar que podría actuar como si tuviera corona. Que allí las normas se podían romper solo por el hecho de ser estrellas deportivas y estadounidenses).

¿Y si el escándalo hubiera sido en E.U. y los involucrados negros brasileños?

Para poner en perspectiva la gravedad de lo que hizo, imagine que los Juegos Olímpicos no se hubieran realizado en Río de Janeiro sino en una ciudad de Estados Unidos, por ejemplo, Chicago. Y que no se hubiera tratado de nadadores de ese país sino de brasileños que hubieran protagonizado el escándalo en una estación de gasolina.

Si esos 4 brasileños hubieran sido negros, ¿cuál creería que hubiera sido su suerte? Si hubieran salido vivos de la estación de gasolina, si hubieran tenido la suerte de no encontrarse con un policía blanco racista, seguramente, estarían en la cárcel por mentir sobre lo que había pasado con cargos como obstrucción de la justicia, perjurio, daño en cosa ajena, conducir en estado de ebriedad… y hasta por ‘intento de sospecha’.

¿O cree usted que las autoridades estadounidenses hubieran dejado pasar el incidente como cosa de jóvenes, como trató de hacerlo un vocero (asumimos que de la delegación de ese país) cuando dijo: “Demos un descanso a estos chicos –algunas veces tú haces cosas que luego lamentas. Ellos se divirtieron, cometieron un error, la vida sigue”.

A pesar del tono indulgente del portal Slate hacia Lochte, porque “estos grandes atletas ocasionalmente hacen cosas estúpidas”, ‘The Washinton Post’ fue más duro: “todas las declaraciones de Lochte en esta polémica carecen de respeto”.

Según el periódico, Lochte se metió a jugar de una manera frívola y trivial con el tema de la corrupción y la ineficiencia de la policía brasileña, que –junto con las demás autoridades- había sido retratada como incapaz de garantizar la seguridad de los atletas.

Para acabar de perfilar a Lochte como el peor imbécil de los Olímpicos, ‘The Washington Post’ cuenta lo que se dedicó en redes sociales mientras sus amigos, aún en Brasil, después de ser bajados de avión, trataban de responder a las autoridades las inconsistencias en sus relatos y se exponían a cargos criminales: publicó trinos sobre su cabello, teñido de gris antes de los Olímpicos, publicó un video bobo.

“Probablemente, la forma más eficaz de justicia para alguien que, al parecer, anhela tanto la atención, es el olvido”, concluye el periódico.

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