Brasil acabó con el maleficio de los Juegos, se vengó de Alemania y evitó un Maracanazo versión olímpica merced a su mayor acierto en la tanda de penaltis, tras una final de Río 2016 en la que el brillo de Neymar no le bastó a la Canarinha para fulminar a los germanos ni en el tiempo reglamentario ni en la prórroga.

Adelantó Neymar al conjunto brasileño a los 27 minutos con un genial cobro de tiro libre pero los alemanes, como es propio de ellos, no se rindieron y equilibraron para sorpresa del Maracaná en el segundo periodo por medio de Maximilian Meyer. Los dos capitanes mandaron el partido a la tanda de penaltis.

Y ahí un influjo divino al que había recurrido en sus redes sociales el barcelonista alimentó el sueño de la Verdeamarela con la parada de Weverton, convocado a última hora por lesión de un compañero, a Nils Petersen, y el último lanzamiento de Neymar.

El atacante azulgrana atrajo todos los focos y cumplió con su condición de líder indiscutible de este enésimo proyecto olímpico brasileño que por fin encontró la recompensa en casa, en su templo, en aquel que fue ‘asaltado’ por Uruguay en la final del Mundial de 1950.

No pudo resarcirse Brasil hace dos años en la segunda ocasión en que la cita mundialista recaló en el país por obra y gracia de la goleada 7-1 que le endosó la propia Alemania en Belo Horizonte.

Y tuvo que ser este 2016, en los primeros Juegos en Sudamérica, cuando la Canarinha saldó cuentas con la historia y se llevó el primer oro olímpico de su historia.

Además fue de forma agónica. Pero al final es como mejor sabe. Tras una final intensa, digna de un gran evento como los Juegos Olímpicos, que refuerzan el papel del fútbol en los mismos. Con buen fútbol a ráfagas, velocidad, atrevimiento, alternativas y mucha, mucha emoción.

El delirio se apoderó del Maracaná y de todo el país, que aguardaba este momento con un ansia quizá desmedida y con una emoción indescriptible.

Neymar se erigió en la figura y, junto a Weverton, en el héroe para que la selección de Brasil alcance lo que tanto tiempo llevaba buscando y lo que siempre se le había negado: la gloria dorada olímpica.

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