De los 50 mil voluntarios que estaban cuando comenzó el certamen mundial, tan solo quedan 35 mil, dice un artículo de The Washington Post.

Los voluntarios han tenido que trabajar sin descanso durante más de dos semanas seguidas, con largas horas de trabajo y muy poca comida, y esas han sido las razones principales para que muchos de los voluntarios no se presenten en sus lugares de trabajo.

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Esta es la rutina de una voluntaria, según el portal CBC: “A las 2.20 de la mañana, Aisha Marcelina, de 23 años, va al baño de puntillas para no despertar a su familia. Alista su uniforme, se viste, toma un desayuno rápido, y luego toma un bus en el que viaja durante 2 horas para comenzar a trabajar a las 6 a.m. Y gratis”.

La nota dice que esta joven quería disfrutar los Olímpicos pero terminó como voluntaria; así las cosas, va a los eventos, pero no ha podido ver ninguno completo, pues siempre está trabajando.

Los voluntarios son parte fundamental de los juegos, como también se apreció en Londres 2012, y los organizadores están buscando formas de afinar el programa de voluntarios.

Pese a las quejas, dice CBC, hay voluntarios que con el solo hecho de mezclarse con personas de todo el planeta hace que su trabajo valga la pena, así haya que trabajar varias horas y ‘ajustarse el cinturón’.

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