Dice el diario neoyorquino que la salsa llegó a Cali a principios de los 70, proveniente de Nueva York, y que desde ese momento fue adquiriendo su propia identidad, que hoy es reconocida en todo el mundo, aunque menciona dos vertientes del alegre baile: el moderno, más acrobático y veloz; y el clásico, con los pies pegados al suelo y sin tanta maroma.

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La reportera gráfica Rose Marie Cromwell, que ayudó a la autora de la nota Monica Castillo, dice que en los sitios donde se baila salsa al estilo clásico hay un ambiente de tristeza y alegría a la vez, y se destacan las parejas entradas en años que con nostalgia bailan al son de este ritmo, siempre cuidadosos de ejecutar las rutinas que han practicado.

El artículo también destaca que ese tipo de rumba en Cali empieza temprano en la tarde y se extiende máximo hasta las 10 de la noche: “Es más un evento social que uno de ‘bebeta”, dice la autora, al tiempo que compara la rumba salsera en Nueva York, que empieza bastante más entrada la noche.

La escritora hace una diferenciación clara cuando describe la forma de bailar salsa en Cali, donde los cuerpos se desplazan hacia los costados, las caderas se mueven y a la mujer se le trata con respeto, no como en otras modalidades en las que se le tira por el suelo y se le levanta con el talón, como si fuera una patada.