“Desgraciadamente, mi padre no asistirá a nuestra boda. Siempre he querido a mi padre y espero que se le dé el espacio que necesita para concentrarse en su salud”, dijo la prometida en un comunicado difundido este jueves por el palacio de Kensington.

La actriz no reveló si el padre fue operado del corazón el miércoles, como afirmó el medio estadounidense TMZ.

Su presencia hubiera estado precedida del escándalo de las fotos que se prestó a escenificar sobre sus preparativos para la boda, pese a que se había quejado previamente del acoso de la prensa.

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El asunto es un desastre para el palacio, que hasta ahora había conseguido dominar la información con sus anuncios puntuales y bien encadenados sobre el pastel, las damas de honor o el programa de la jornada.

Más importante a largo plazo es que el tema podría amargar más las relaciones de Harry, que sigue culpando a los paparazzi de la muerte de su madre Diana en un accidente de tráfico en París, cuando la perseguían los fotógrafos, con los medios de prensa.

“Ocurra lo que ocurra ese día, los hechos de la semana pasada dejarán un legado ponzoñoso”, estimó Valentine Low, periodista de asuntos de la realeza en The Times.

El príncipe “culpará inevitablemente a la prensa por lo ocurrido. Dado lo que pasó con su madre, muchos estarán de acuerdo con él”.

‘Un monstruo que devora’

El pasado fin de semana, el órgano regulador de la prensa británica avisó a los medios que dejaran de seguir a Thomas Markle.

Su hija Samantha, la hermanastra de Meghan, explicó que los fotógrafos alquilaron una casa al lado de la suya en Rosarito, el pueblo de México donde vive, y le seguían cada vez que salía con su auto.

La hija comparó la situación a la de Diana, que murió en 1997 cuando el auto en el que viajaba se estrelló tratando de dejar atrás a los fotógrafos.

La mujer defendió la decisión de su padre de tratar de controlar la situación cooperando con unos pocos periodistas elegidos, algo que la propia Diana hizo.

Por su parte, la Casa Real británica está convencida de que tiene que llegar a la gente para seguir siendo relevante, y usa a la prensa para promover sus actos de beneficencia, por ejemplo.

Algunos comentaristas creen que Thomas Markle tenía que haber sido mejor aconsejado sobre cómo manejar el inevitable interés público.

“El cruce realeza-prensa-público es un monstruo que devora a quienes no saben manejarlo”, constató otro columnista de prensa, Jane Merrick.

‘Lágrimas, tetas y tiaras’

Tras el horror por la muerte de Diana, hubo una tregua entre la familia real y la prensa que hizo que, al menos en el Reino Unido, Harry y William pudieran crecer sin ser excesivamente molestados.

Pero cuando llegó a la veintena de años, Harry empezó a llenar titulares: con unas fotos desnudo de fiesta en Las Vegas, o cuando la prensa rompió un silencio pactado y reveló que había sido desplegado con el ejército en Afganistán, lo que obligó a repatriarlo inmediatamente.

Cuando empezó a salir con Markle, Harry emitió un comunicado inusualmente duro condenando la oleada de “insultos y acoso” a su novia, denunciando además su fondo racial.

Su hermano mayor William, segundo en la línea de sucesión a Isabel II, también se ha visto obligado a frenarles los pies a los medios, y en 2015 denunció que los fotógrafos estaban llegando a límites insospechados para sacar una foto de su hijo George, cuando tenía 2 años.

“Está la realidad: un fotógrafo me dijo una vez que una foto, la buena foto, podía darle de comer un año”, escribió Suzanne Moore, la columnista de The Guardian.