Cristian dijo: “Eran las 11 de la mañana, cuando llegó un carro blanco y me dicen que venían por mí, me vestí, me monté y me fui con ellos, pero cuando llegando al lugar vi el símbolo del Bienestar Familiar”.

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En ese momento el mundo del pequeño se derrumbó, y más cuando los que quedaron a cargo de su custodia le dijeron que su madre se lo había dejado a cargo.

Según cuenta, eso era algo que él no podía creer: “Mi mamá me dejó unos días y de pronto viene por mí”. Sin embargo, pasó una semana y entendió que ella ya no regresaría.

Después de un año, llegó a sus oídos la propuesta de ser adoptado, porque, según los encargados, sus padres ya no irían, y ahí Cristian, a pesar de ser algo alocado, como él mismo se describe, empezó a portarse bien.

Pero un día todo cambió. Su buena conducta tuvo un premio: “Estaba yo llegando del colegio y me estaban revisando la maleta, viendo que trajera todo completo, cuando llegó una moto y el señor se quitó el casco… boté la maleta y salí corriendo a los brazos de mí papá”, relató.

El niño, que hoy tiene 12 años, empezó a recibir visitas de su padre esporádicamente, hasta que el hombre logró demostrar que era apto para cuidar a Cristian y hoy, después de pasar por varias dificultades, viven juntos y disfrutan del buen momento por el que pasa su familia.