Desde el tono de la voz hasta la credibilidad de lo que decían fueron aspectos de la actuación que Abello criticó duramente, pasando por la posición de las manos de María Paula y la monotonía en las líneas de Amílcar.

“¿Otra vez?”, le preguntó María Paula a su director (Abello). “Claro que otra vez”, gritó Abello: “Mil veces, si es necesario”.

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Pero no fue necesario repetir el diálogo mil veces, pues a la siguiente oportunidad, los improvisados actores dejaron salir lo que les dictaba su corazón luego de meterse en sus respectivos personajes, lo que les valió una felicitación y un cálido abrazo de su director y maestro de actuación.

El ejercicio actoral logró despertar y expresar sentimientos bastante profundos en los participantes, que terminaron la noche con una lección:

“El actor siempre debe estar atento”.