Por la paleta de colores en que se convirtió la céntrica Carrera Séptima pasaron enormes palomas blancas, feroces dragones, míticas serpientes de afilados colmillos, hombres untados de barro y milenarios guerreros de culturas indígenas, entre otros muchos.

Cada grupo, que portaba su estandarte, fue aplaudido por el público, en especial de la Unidad de Víctimas, que llevaba fotografías de personas afectadas por la violencia generada por guerrilleros y paramilitares.

El desfile, que partió de la Plaza de Toros de Bogotá y terminó en la Plaza de Bolívar, en pleno corazón de Bogotá, arrancó con un generoso sol, pero luego fue acompañado por la lluvia, que en todo caso no le quitó el entusiasmo a la gente.

“El de este año está mejor, hay más grupos, es más colorido y tiene mucha música”, dijo a Efe Fernando Sánchez, empleado de un almacén de ropa de que hay en el sector.

Varios de los grupos que participaron en el desfile se las arreglaron para que sus mismos artistas repartieran máscaras para que la gente se las pusiera y “estuviera más conectada” con el Festival que terminará el 27 de marzo.

También se llevaron las palmas grupos como el Aainjaa de Bogotá, que centró su número en la percusión y la danza y que con un gran número de artistas deleitan al público con un sinfín de ritmos afrobrasileños y colombianos.

También “Gabo eterno”, de La tropa de Melquiades y el Colectivo Nacional de Artistas, que rindió homenaje a la obra del Premio Nobel de Literatura de 1982, el colombiano Gabriel García Márquez, mediante una puesta en escena en la que “Gabo”, acompañado de sus personajes más representativos, se reencuentra con su abuelo en el más allá.

EFE

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