Este año, como todos los anteriores, comenzamos a buscar el regalo perfecto para mi mamá en su día. Es una tarea difícil, pero siempre logramos encontrar algo con lo que sentimos vamos a sacarle una sonrisa.

Sin embargo, hace ya algún tiempo siento que no le damos eso que verdaderamente la hace feliz. Terminamos pensando en que lo más costoso es lo mejor y que lo importante es el precio y no compartir los momentos y detalles que hacen este día especial. Olvidamos el motivo por el cual celebramos más que un día, un mes.

Por eso me puse a la tarea de buscar en el pasado y recordar esos días en los que a mi mamá se le salían las lagrimas al abrir sus regalos, los cuales, aún hoy, conserva en su oficina, en la cocina o en la mesa de noche. ¿Qué tenían esos detalles que la hacían feliz? La respuesta es sencilla; para ella, lo importante no era el precio, sino la dedicación y el amor que le ponía para demostrarle cuánto me importaba. Un postre, en aquella época, era suficiente.

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Eran los detalles, el alma y el corazón que le metía a los regalos de mamá los que hacen que hoy sean un recuerdo imborrable de momentos únicos que solo con amor se construyen.

Si lo pienso bien, parece no ser tan difícil darle a mi mamá el detalle perfecto, porque ninguno de esos regalos de infancia que recuerdo son bonitos, ni útiles, ni costosos, inclusive me atrevería a decir que no tienen precio, porque mi mamá amaba ver que todavía teníamos los dedos manchados de pintura cuando le entregábamos su portarretratos pintado a mano con una foto de las dos.

Mamá, este año mi regalo será algo real. Dejaré un pedacito de mi corazón en una creación propia hecha con mis manos, como lo hacía antes. No te voy a hacer un mal dibujo de nuestra familia, esos regalos ya te los di, ahora te voy a dar una de mis recetas, un postre, algo que ames y disfrutes de verdad, voy a poner mi arte para hacerte feliz.

Los invito a todos a intentar este experimento, a volverse niños de nuevo para sacarle una sonrisa a mamá con esos postres tan fáciles de preparar como una gelatina con un tarrito de lecherita para dejarle el recuerdo de un sabor único.

Att: María Luisa

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