Puntualmente se concentran en el club donde la leyenda de la música filmó su universal ‘Purple Rain’.

Por entre esa muchedumbre que estremece la ciudad natal de Prince, el guitarrista Cleo Patricx intentaba abrirse paso con una rosa amarilla en la mano, para depositarla en el memorial instalado en la Primera Avenida, y despedirse así de “uno de los grandes”.

“La gente viene de todo el mundo, este fin de semana se dedica enteramente a conmemorar” al cantante, dice Patricx, que porta gafas oscuras, y abraza a su novia, que lleva un ramo de rosas.

“Esto es una locura, algo bello. Toda esta gente parece como unida por una comunidad cósmica de espíritus púrpura” afirma.

“Es una experiencia cósmica, puedes sentir toda esa energía ahí fuera, las vibraciones (…), la música, los sonidos, la atmósfera”, añade.

Algunos afortunados consiguen entrar al club, desde donde resuena la música de Prince. Algunos jóvenes llevan camisetas o corbatas púrpura; otros llevan ramos con flores del mismo color. La gente bebe cerveza directamente de la lata, o toma a sorbos un poco de vino, mientras planean en el aire algunos efluvios de marihuana.

“Mucha gente de Nueva York y de California tiene conceptos especiales del Medio Oeste, de manera que les estamos demostrando que también aquí en Minneapolis hay buenas vibraciones”, afirma Patricx.

La muchedumbre, integrada por jóvenes y menos jóvenes, es diversa, con blancos, negros, asiáticos, o mujeres portando el hijab en medio de una mezcolanza de atuendos. Ahí hay estadounidenses venidos de todo el país, y gente local, del Estado de Minnesota, orgullosa de que Prince, esta leyenda de la música, fuera otro nativo.

 Un ‘Ícono’

“Es algo parecido a lo de Michael Jackson. Pero hay algo con un poco más de sustancia, algo más atractivo en Prince”, comenta Rosemary Wentzell, una secretaria de 56 años, que bebe a sorbos de su vaso de vino tinto.

“Él era realmente un verdadero nativo de Minnesota. Y se quedó aquí”, añade la mujer.

“Pese a todos estos conflictos provocados por la política o el terrorismo en Estados Unidos, somos capaces de congregarnos todos para homenajear a un hombre”, asegura, con la voz emocionada.

El ingeniero Peter Ivanov, de 24 años, es otro de los vestidos de color púrpura. Lleva más de una hora esperando para poder ingresar al club.

“Prince es el más icónico ídolo de todos los tiempos en Minnesota, y eso explica que nos reunamos aquí”, afirma. “Estamos aquí para celebrar, no porque haya muerto sino por todo lo que representó”, explica.

Ivanov dice que vio a Prince actuar en directo. “Todo esto demuestra lo importante que era para la comunidad de Minnesota. No era solamente una celebridad de Minnesota, era sobre todo una gran persona”, asegura.

Patrick Devine, de 21 años, un guitarrista que aspira además a ser cantante, y que trabaja de momento en un concesionario, es uno de los mayores fans de Prince. Durante los conciertos que daba en la escuela secundaria, interpretaba muchos de los temas de la leyenda ahora desaparecida. ¿Su canción favorita? ‘Let’s Go Crazy’.

Para rendirle homenaje, el joven porta una brillante chaqueta color púrpura, así como un psicodélico pantalón púrpura, y una cinta fluorescente en el pelo.

“Me pregunté: ¿Cómo se habría vestido Prince? Y así he venido”, afirma, posando feliz ante fotógrafos.

Jennie Matthew / AFP

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